El Plan Bicentenario
Moisés Panduro Coral
Casi nadie habla, escribe o debate sobre el Plan Bicentenario. Tanta radio, tanta televisión superflua, tantas páginas de periódicos y revistas que se desperdician, tanto foro inútil, tanto tiempo tonto en los discursos, pero nada del futuro, de nuestro futuro, de las metas de la nación que nos cobija, que nos da un nombre, que nos ha heredado un orgullo libertario, una honra que nos enaltece como ciudadanos. ¿Quién habla de nuestros próximos 200 años como nación independiente, de nuestra aspiración al progreso, de nuestro designio histórico?.
A veces, con desazón, me pregunto si los peruanos estamos conscientes de que el año 2021 seremos treintaitrés millones de peruanos. Treintaitrés millones que deben estar liberados de la pobreza extrema, el desempleo, la desnutrición, el analfabetismo y la mortalidad infantil. Hay avances, cierto, grandes avances en los últimos años, pero hay que tener cuidado en no desviar ni detener la marcha para la consecución de los objetivos propuestos en el Plan Bicentenario. Hay tanta cabeza cuadriculada, tanto termocéfalo aventurero, tanto caviarejo irresponsable que gobierna o que puede llegar a gobernar y que puede mandar al traste lo avanzado.
En el año 2021, nuestra meta como nación es tener un ingreso per cápita entre US$ 8,000 y US$ 10,000. Debe recordarse que hasta el año 2005 el ingreso per cápita era de US$ 2,857 y en el 2011, en el periodo del tan vilipendiado Alan García, alcanzó los US$ 5,200, una evolución extraordinaria en relación a periodos anteriores. Para duplicar el ingreso per cápita proyectado al 2021 debemos duplicar nuestro Producto Bruto Interno, es decir duplicar nuestra producción de bienes y servicios con respecto al año 2010, porque sino ¿cómo logras un alto ratio en la relación PBI/ habitante?. Si el PBI en 2010 del Perú fue de 154 mil millones de dólares, en el 2021 debe situarse alrededor de los 300 mil millones de dólares. Para conseguirlo necesitamos una tasa de crecimiento anual de la economía en un promedio de 6% anual, es decir la economía no debe desacelerarse, debe mantener o incrementar su ritmo de los últimos años.
Ahora bien, como sabemos, para que una economía crezca requiere inversiones y éstas provienen primordialmente del capital privado o público multinacional, por ello nuestro reto es el de sostener una tasa de inversión anual promedio del 25%. Y el crecimiento de la economía depende también de cómo aumente el valor de nuestras exportaciones, de allí que al año 2021 debemos obtener un volumen de exportaciones cuadruplicado con respeto a 2010. Si en 2010 nuestro volumen de exportaciones llegó a 35 mil millones de dólares, en el año 2021 debe estar en los 140 mil millones de dólares, que es más o menos el valor de las exportaciones de Brasil el año pasado (153,000 millones de dólares).
Con justa razón, usted se preguntará cómo se expresará todo este caudal macroeconómico en el campo social. En el Plan Bicentenario, se ha estimado una mejora de la tributación promedio anual en 5 puntos respecto del PBI, lo que significa un incremento geométrico de recursos para seguir cerrando el déficit de infraestructura económica y de servicios, impulsar la seguridad energética y desarrollar una competitividad sustentada en la tecnología, amén de garantizar la continuidad de las políticas sociales que en los últimos cinco años han contribuido a reducir la pobreza de 49% a 30%, a reducir la desigualdad social a 0.47 en el 2009 o a elevar por ejemplo, el gasto per cápita por alumno de 250 dólares en 2006 a 800 dólares en el 2010, entre otros, todo lo cual debe mostrarse en una reducción de la pobreza a menos del 10% en el año 2021.
Insisto. Todos deben conocer, discutir, aportar al Plan Bicentenario. Y junto a ello, repetir con Jorge Basadre que el Perú es un problema, pero también una inmensa posibilidad; confirmar con Luis Alberto Sánchez que el Perú es un país a punto de dejar de ser adolescente; validar con Mariátegui que la revolución social peruana no debe ser ni calco, ni copia, sino creación heroica; y proclamar, bandera en alto, con Haya de la Torre, que el Perú tiene como destino el de ser un país piloto en la América Latina.