Por: Moisés Panduro Coral
Tiene mucha razón el profesor Gabel Sotil, escritor, maestro y especialista en temas educativos, cuando señala que nuestra educación carece de un enfoque cualitativo que ahonde en lo significativo existencial más que en las estadísticas. No basta con exponer nuestras pobrísimas cifras y porcentajes en desempeño educativo, repartir libros -muchos de ellos mal elaborados-, construir infraestructuras o repartir mochilas, ni con andar buscando a quienes cortarles la cabeza, aunque muchos se lo merezcan por inútiles e irresponsables en el manejo de un tema del que dependen todos los demás aspectos del desarrollo humano.
No basta, por que los guarismos no son más que la superficialidad, la punta del iceberg, la piel del problema; son las señales de que las cosas andan mal, que no estamos en el rumbo correcto, que el camino es errático y no nos lleva a ninguna parte, pero no son el problema. La carne, lo que está debajo de la piel, lo que no se ve a simple vista, lo que es el problema en sí mismo es el enfoque. Necesitamos enfocar los temas desde el punto de vista de las personas, no de las instituciones; desde los sujetos vívidos y dinámicos del proceso educativo, no desde los objetos inertes y estáticos de una directiva o una norma; desde los fines que son fundamentales, no desde los medios que son complementarios o accesorios.
Como decía Haya de la Torre, -para mí, un pionero en el enfoque cualitativo de las ciencias sociales, de la historia y de la educación en América Latina-, cuando cuestionaba duramente a los ideólogos comunistas que querían interpretar la realidad peruana calcando los moldes marxistas leninistas y maoístas, europeos y asiáticos: “No hay que llevar los libros a la realidad, debemos proceder a la inversa, hay que llevar la realidad a los libros”. No podemos leer un folleto importado de Estados Unidos, China o de Rusia y pretender replicarlo sin rubor alguno sobre la realidad latinoamericana. No podemos teorizar o construir paradigmas hacia la realidad, lo correcto es teorizar y construir paradigmas desde la realidad. Como está demostrado, este enfoque hayista, tan poco entendido en su tiempo, ha ganado terreno en el campo de la investigación social.
La realidad que para el enfoque cuantitativo hay que conocer, para el enfoque cualitativo hay que descubrir, construir e interpretar. Existe una sola realidad objetiva, para el primero; para el segundo, existen varias realidades subjetivas. Y no es que la realidad objetiva con sus cifras y porcentajes no sea válida, lo que pasa es que será incompleta sino tenemos en cuenta las velocidades disímiles de la economía y los factores de producción en un territorio, así como las heterogéneas intensidades históricas y culturales que coexisten y se yutaponen en una sociedad compleja como la nuestra. (Haya de la Torre, 1924). El Perú no es una torta que se pueda cortar en pedazos iguales.
La educación peruana es, pues, una suma difusa de varias realidades educativas, cada una con su visión de mundo, su desarrollo disparejo, sus particularidades, sus actores y sus intereses. Las cifras de 13.2% y 4.8% de rendimiento satisfactorio en lectura y matemática, respectivamente, que exhibe nuestra región como un baldón tiene otras explicaciones que van más allá de sueldos o contratos de maestros, locales escolares o asignaciones prespuestales. El verdadero reto está en el enfoque y en la interpretación de esas realidades, y en la respuesta que demos para construir una educación liberadora de la ignorancia y la concupiscencia, promotora de la paz y el desarrollo, inspiradora de la justicia social.