El pensamiento Benedicto

El pensamiento Benedicto

Moisés Panduro Coral

Veinte años después del 12 de setiembre de 1992, hemos tenido la oportunidad de visualizar y escuchar la versión real de la captura de Abimael Guzmán, líder del grupo genocida que causó la muerte de más de 25,000 peruanos, de la boca de los mismos integrantes del grupo policial protagonista de una de las acciones de inteligencia operativa más exitosas del mundo. En varios programas de televisión, estos hombres y mujeres, de nombres y alias absolutamente desconocidos para nosotros, nos dijeron lo que realmente sucedió en esa fecha, en los meses precedentes y en los meses posteriores,

La captura de Guzmán no fue pues, -como se creyó, se cree y se seguirá creyendo hasta que la verdad venza a la falsedad-, producto de alguna estrategia montesinista o del gobierno fujimorista de ese tiempo. En los meses postreros del primer gobierno aprista, cuando Agustín Mantilla, era el ministro del Interior, se gestó al interior dela Policía Nacional, un grupo especial de inteligencia operativa denominado GEIN, que se encargó de realizar una paciente y laboriosa identificación de los liderazgos intermedios que los llevasen hasta la cabeza misma del grupo terrorista que era su objetivo central, así como al conocimiento de sus métodos de comunicación, sus formas de financiamiento y sus motivaciones ideológicas, por más absurdas y sanguinarias que éstas fueran.

De algún modo eso es lo que quiso transmitir el otrora joven presidente dela República AlanGarcía cuando en 1987 en un discurso a cientos de jóvenes apristas en Ayacucho, que fue duramente cuestionado, tuvo frases referidas a la convicción con la que los senderistas asumían la perpetración de un asesinato selectivo o masivo dictado por sus mandos. La eliminación física, o sea el homicidio de los que consideraban sus enemigos y de los aliados de éstos, era la expresión operativa de su marco ideológico: el llamado “marxismo-leninismo-maoísmo-pensamiento Gonzalo”. Matar o morir por lo que la abrumadora mayoría de peruanos considera una ideología trasnochada, desquiciada, perversa, era su convicción.

El GEIN liderado por el coronel de la policía Benedicto Jiménez empezó por estudiar ese lado del enemigo que enfrentaba. En libros de escasa circulación publicados por el mismo Benedicto y una autora norteamericana y que recibieron el silenciamiento de la prensa y la sordidez de los analistas por considerarlo políticamente incorrecto, se abunda sobre este aspecto de la confrontación con el terrorismo. Así, frente al pensamiento Gonzalo que tenía huestes que bajo una convicción de barbarie eran capaces de asesinar a mansalva, detonar un coche bomba o volar una torre eléctrica; Benedicto comandaba un pequeño grupo de policías que colectaban nimios recursos para costearse el refrigerio, que caminaban con zapatos donados y que desarrollaban franciscanamente sus acciones de observación, seguimiento y acción operativa bajo la convicción de que era necesario preservar la vida, la libertad y la democracia.

En ese mismo sentido se puede decir también, -como lo señaló el periodista Nicolas Lúcar-, que la metodología inteligente del GEIN liderado por Benedicto nada tenía que ver con la metodología hamurábica del grupo Colina liderado por Martin Rivas. Son dos concepciones opuestas. En el primero hay estudio pertinaz, diseño prolijo, preservación de la vida, conciencia democrática, legalidad ajustada al estado de derecho, legitimidad de causa, eficiencia funcional, eficacia de resultados, efectividad comprobada; en el segundo, hay acción directa de armas, “ojo por ojo y diente por diente”, muertes injustas e innecesarias, ilegalidad en todos los extremos, desacreditación de la causa democrática, nula efectividad.

El 12 de setiembre de 1992, una fecha como hoy, triunfó la inteligencia sobre la brutalidad. Sobre todas las brutalidades: las de Sendero Luminoso, las del grupo Colina, las de los cómodos caviarones que miraron del balcón. Es una fecha histórica porque allí empezó la derrota del terrorismo a manos de policías que celebraron su victoria, nuestra victoria, la victoria de todos, brindando con vinos de calidad, con lomos finos y otros gustos burgueses encontrados en la despensa de la quinta espada del proletariado Abimael Guzmán, aquella noche. Y aunque al día siguiente aparecieron cosechadores de frutos de árboles que otros sembraron, signados como gestores y autores de un triunfo ajeno por el levante mediático de una prensa corrupta que se vendía por montañitas de dólares, con el tiempo la verdad va saliendo a la luz, aunque sea veinte años después.

Quizás, -según diversos analistas, entre ellos el reconocido Gustavo Gorriti- si Fujimori y Montesinos, por celos de figuración, no hubieran desmantelado el GEIN, este grupo habría continuado sus acciones de inteligencia, y en base a su experiencia, habría trazado las recomendaciones que los gobiernos debieron seguir durante estas dos últimas décadas, evitando de este modo la amenaza de reaparición del terrorismo.  Nunca es tarde, sin embargo, para impulsar decididamente la inteligencia operativa y para remozar, más allá de  nuestras discrepancias, una actitud política y ciudadana sustentada transversalmente en los tres principios del pensamiento Benedicto: vida, libertad y democracia.