Mientras paseaba miraba las luces rojas y amarillas que colgaban en las calles que se apagaban y encendían a la vez, a la barahúnda de gente que entraba y salía de las tiendas y que andaban por medio de la calle, los carros no transitaban (fue una decisión sabia de la autoridad que se caracterizaba de repartir porrazos, según las fotografías de los diarios). Jolgorio. Un grupo de turistas miraba con asombro y sonrisa el comportamiento de la gente. Una cohorte celebraba aplaudiendo lo que predicaba uno de sus miembros, anunciaba el colofón de este magro mundo. Clic, junto a una fuente, una guapa muchacha de rasgos indios sonreía y la hacía más bella ¿será de Pakistán? Era muy hermosa, la miraba de reojo, no seas mirón, pes. Otro clic junto a un muñeco que Micky Mouse, otro monigote con la cara de un deportista famoso con camiseta a rayas posaba para el retrato de rigor, la réplica le hacía más feo a ese jugador de fútbol. Un grupo de mujeres hablando muy alto y con el pelo pintado muy ufanas llevaban bolsas con ropa comprada, juguetes. Caminaban con frenesí como sí las horas se acabaran y con los cascos de la radio puestos a los oídos o hablando un vehemente monólogo por el móvil. Nadie se miraba, a lo suyo. Él se sentía incómodo en este desorden (mentira, disfrutaba de cine). No estaba acostumbrado a tanta bulla o sí, recuerda la fiesta que celebraron antes de partir la música sonó hasta las seis de la mañana. No pararon de menear el culo con las cumbias pegaditas. Estaban sus padres, hermanos (sí, los quince hermanos, de dos padres diferentes), los patas del barrio, vecinos. Incluida la Deysi, esa flaquita modosita que le tiró arroz, pero arroz chaufa del Wai Ming, ¿te acuerdas? Olía a jabón Camay. Fue en la fiesta del Pardo, cuñadito, no me acuerdo, tranquilo muchachón no pongas esa cara de cojudo, pes. Sintió de repente un golpe que lo tiró al suelo, uno de los vendedores ambulantes que vendía carteras de marca en el suelo corría desesperadamente cuando se acercó el carro de la policía para quitarle la mercadería. Se levantó despacio, la gente ni siquiera lo miró, eso te pasa por idiota y pensar en tonterías se reprochó mientras se sacudía el abrigo.

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