El candidato Nano Guerra García arribó encadenado a Iquitos y así, sin soltar sus cadenas, sin  poder caminar con libertad de movimientos y ayudado por sus asesores, realizó su caminata de rigor, dio entrevistas periodísticas y realizó un concurrido mitin en la plaza 28 de Julio. Encadenado partió de esa ciudad y se dirigió a visitar otros lugares, siguiendo con su insólita campaña electoral. Lo impresionante del caso es que el aludido se ha convertido en la verdadera sorpresa de las elecciones, pues está a punto de alcanzar el primer lugar en las encuestas.

La candidatura de Nano Guerra García no llamaba la atención de nadie y en las encuestas ni siquiera aparecía. Esa opción  adquirió notoridad cuando el susodicho se encadenó en la reja externa de palacio de gobierno. De allí fue desalojado por la policía luego de una pequeña escaramuza y de la presencia de cierto gas. A partir de ese momento la intención de voto de Nano Guerra García subió como la espuma y empezó a figurar en las encuestas. El citado candidato  intuyó que encadenarse era el camino del éxito y compró una cadena con varios candados  y desde ese momento vive preso.

Es decir, no se saca las cadenas ni cuando duerme. Completamente encadenado, prosigue con su singular campaña. En cada lugar que visita se esmera por dejar una buena impresión, sabiendo que lo que más impacta es que viva encadenado.  El día central de las elecciones se acerca y todo parece indicar que no habrá segunda vuelta. El volátil, inseguro y cambiante  electorado peruano elegiría  en primera vuelta a un candidato encadenado. Lo que no se sabe es cómo  hará Nano Guerra García para salir de la reja que se ha puesto sobre el cuerpo,  pues hizo  perder las llaves de los varios candados. Es posible entonces que así, encadenado, gobierne los destinos del pobre Perú.