El laberinto nacionalista

Por Miguel Donayre Pinedo

Recuerdo que cuando su equipo ganó no sé que trofeo, el gritaba como un poseso, saltaba cual canguro de alegría. El gol del triunfo lo metió un sudaca malencarado – que según la miopía nacionalista catalana, es catalán de origen, es para morirse de risa de tremenda patochada. Linda en lo escatológico. Ese calvo saltarín y cara de mala leche muestra la mejor versión catalana: la xenofobia. Se aloja en hoteles de cinco estrellas en la capital española pero critica el pago a los desempleados andaluces, así andamos en plena crisis económica. De cara a campaña electoral, este ejemplar de la estupidez, soltó a los cuatro vientos que siente una enorme congoja que en Cataluña nazcan más Mohamed que Joan, Oriol, Roser o cualquier otro nombre nativo de esa parte del reino español. Ese pobre hombre esta infectado del virus nacionalista, tal vez para sanearse hay que recomendarle la lectura de  “El sueño del celta”, es una de las mejores vacunas en estos tiempos electorales. Con estos ejemplos la política se enloda, se excreta. Es pésimo para la pedagogía de lo público.