Cuando finalizaba el año 2015 se conoció la mala noticia de que no había por ningún lado relleno sanitario o botadero de basura para la ciudad de Iquitos. Los lugares propuestos no servían para albergar la basura, porque no reunían las condiciones pertinentes y  porque contaminaban el suelo y el cielo. Era un momento dramático para aquella urbe y la empresa recogedora, mientras se hacían las gestiones para alquilar cualquier botadero, tuvo que dedicarse a cambiar de lugar los desperdicios. Así recogía la basura de cualquier parte y lo trasladaba a otro sitio en un recorrido fulminante. En esas idas y vueltas estaban los camiones recolectores, tratando de disimular la situación, cuando volvió a estallar ese viejo problema de la basura en las veredas, las esquinas y las calles.

La ciudad completa cayó bajo el yugo de los desperdicios. Se podría decir que la urbe se convirtió de la noche a la mañana en un inmenso botadero, un colosal relleno sanitario, donde cabía cualquier cosa. La situación se complicó cuando Nauta no quiso alquilar su botadero. Entonces se buscó algún país que tuviera a bien ayudar a la sucia ciudad. Luego de algunas semanas se consiguió que los Estados Unidos alquilara uno de sus modernos botaderos donde toda la basura era reciclada. Esa medida fue todo un acierto porque cambió la historia de Iquitos.

Es cierto  que el servicio de relleno sanitario norteamericano cuesta caro, pero hoy en día la basura iquiteña es recogida y enviada de inmediato al botadero yanqui en barcazas que demoran más de una semana en arribar a su destino. Luego se compra al por mayor los productos que salen de esos desperdicios para venderlos en la ahora limpia ciudad. La compra de los productos reciclados viene dando la hora pues ha dinamizado la economía local,   puesto que han aumentado los vendedores ambulantes que se dedican a ese tipo de comercio.