La flamante nave malograda

El respetable señor ministro defensivo, don Rafael  Rey, antiguo y encarnizado perseguidor del doctor Alan García Pérez y hoy atento y alto funcionario del citado, no tiene mucha suerte en alguna de sus gestiones. La metida de pata, se ha vuelto su más claro signo, su marca registrada. El reciente misil que casi acaba con varias vidas, en una simple demostración de poderío bélico, le convirtió en hazmerreír público. Todavía no se silencian los ecos de ese disparo infortunado, cuando en esta orilla verde acaba de ocurrir otro bochorno. Hace  poco, hará cosa de un mes, con bombos y platillos, con pompa y con discurso, el cambiante personaje inauguró el lanzamiento de una vigorosa nave conocida como BAP Clavero.

La flamante y gallarda nave acaba de salir del astillero local, y debería navegar con suficiencia por cualquier río de esta vasta verdulería amazónica. Debería sortear o soportar fuertes tempestades,  desatados vientos, furiosos olas. Debería, inclusive, estrellarse contra dura roca y seguir en su itinerario sin sufrir forados. Es nueva. O así parece. Pero ocurre que en el torrentoso Putumayo, en plena faena de navegación airosa, sufrió la avería del corto circuito. El saldo fue o es de dos marineros quemados. Los fastos de la ceremonia de lanzamiento acuático todavía no se olvidan y ya esa nave ha conocido el accidente, la tragedia, que pudo ser mayor.

No sabemos si el respetable señor ministro Rey renegará de su patriótico discurso durante la inauguración o si buscará hacer otra ceremonia para reparar el daño de la nave y para curar a los heridos. No sabemos si renunciará a acudir a más eventos de estreno militar. Pero estamos seguros que algo extraño ha pasado en esa nave. No puede ser que en tan poco tiempo ocurra semejante hecho.  Lo cierto y dramático es que esa embarcación repite,  con todas sus letras y palabras, las calamidades de la historia de la navegación entre estas costas verdes.

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