ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

El 31 de mayo de todos los años posteriores al 2005 debería instaurarse como el día del periodista. Así, a secas. Periodista y punto. Porque ese día y año el exfuncionario del FBI, Mark Felt, decidió romper su silencio –que duró más de 33 años- y confesar públicamente que el informante anónimo que provocó la dimisión del presidente de Estados Unidos era él. Felt se reunía sigilosamente ya sea en un aparcamiento o se comunicaba con mensajes cifrados con el periodista Bob Woodward para darle detalles de lo que cotidianamente se revelaba.

“Garganta profunda” se le decía y era la fuente anónima más importante en la historia del periodismo. Sin su participación no se hubiera destapado a través del “The Washington Post” el escándalo político denominado “Watergate” en 1972. Fue la única vez que un presidente norteamericano dimitió. Si tuvo intereses subalternos –como convertirse en jefe del FBI, sucediendo al director J. Edgar Hoover- siempre será motivo de suspicacia. Pero la relación Felt-Woodward es de una enseñanza mayúscula para quienes abrazamos el periodismo como esa brasa telúrica que abre paso a la revelación bien investigada. Esa verdad que siempre empieza con un hecho anecdótico. Como la detención de personajes que colocaban instrumentos de escucha en el edificio “Watergate” donde tenía su centro de acción el Partido Demócrata. De esa detención comenzó lo que finalmente terminó con la carrera política de Richard Nixon.

La investigación liderada por Carl Bernstein y Bob Woodward fue complementada por Mark Felt y provocó, entre otras cosas, la imputación de más de 30 colaboradores de la Casa Blanca y sus consejeros más cercanos: H. R. Haldeman y John Ehrlichman. Ellos ordenaron el espionaje en 1972 que finalmente terminó con el Partido Republicano envuelto en un escándalo mayor. Desde aquella vez ni el periodismo ni las fuentes –anónimas y no- volvieron a ser las mismas. Un libro “Todos los hombres del presidente” –cuya historia fue llevada al cine con las estupendas actuaciones de Robert Redford y Dustin Hoffman- tiene que ser de lectura obligada de todos los que aspiran a ser periodistas y, por supuesto, de consulta permanente de los que ejercemos esta profesión.

Mark Felt será siempre un referente. Sin él el periodismo no hubiera alcanzado los niveles expuestos en las páginas del diarismo norteamericano y la política mundial se limitaría a cometer los abusos sin que nadie delatase las interioridades. Por eso el último día del quinto mes del año es para este columnista memorable. Por la memoria de Felt. Por el trabajo de Bob y Carl. Y por todos aquellos que buscan la verdad para revelarla. Feliz día.