Suena la cuerda de una guitarra al inicio de la canción. El cuerpo se remece con un calambre bañado de recuerdos. La que lleva la voz cantante es esta guitarra que parece de un músico de rock and roll de aquellos años setenta. Son los sonidos de Los Mirlos con Lamento en la selva (1977) del álbum El poder verde, grupo amazónico que tiene su origen en la ciudad amazónica de Moyobamba. Pero en la cumbia, la guitarra sigue sonando, ella fija el ritmo. No es estridente, nos impulsa para un meneo suave – admito que soy desmañado para el baile. Es un ritmo de lamento, si el lamento pudiera tener ritmo. Es un quejido que sale del alma. Lo busqué en Youtube, la cumbia está bien grabada y los sonidos se escuchan con meridiana claridad. Al escuchar rememoré mis tiempos en la floresta y me invadió súbitamente, por unos segundos, el recuerdo de ese gemido colectivo por un bien perdido. Los comentarios en internet de la cumbia son de los más elogiosos, pero no solo de amazónicos sino de diferentes países de América latina como Chile, Colombia, Argentina, casi todos opinan que es una de las mejores cumbias. Hoy diferentes grupos limeños hacen remake de estas cumbias. Pero me pregunto ¿A qué lamento en la selva se refieren Los Mirlos?, ¿al lamento del caucho?, ¿al clamor del Putumayo?, ¿al petróleo (ellos empiezan en 1968)?, ¿A qué bien perdido se refiere en el lamento? Es un lamento profundamente ontológico, del ser. Pareciera ser de un observador que percibe que la memoria o los recursos naturales han sido o están siendo expoliados porque aluden a la selva. Resulta interesante y es de agradecer que Los Mirlos hayan activado a la memoria de la floresta a través de la música. Mare.

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