En estos tiempos de forofos apago la tele cuando paso por las tertulias políticas o las de deportes. Están llenos de crispación e insultos. Estos sanedrines están compuestos por gente que se deja llevar por refritos ideológicos y por atacar al otro que tiene una idea diferente ¿esto es el ágora? Son bustos parlantes que profieren consignas políticas o de los clubs deportivos, más aún, del fútbol. No se mueven de sus primeras posiciones, siguen erre con erre aferrados a sus puntos de vista iniciales. Es imposible escucharlos luego de dos minutos o menos. Parecen fanáticos mastuerzos vociferando en una jaula. Contaminan toda premisa básica para entablar un diálogo: el escuchar a la otra persona. Así la palestra pública pierde. A través de las sanas discusiones uno puede aprender, pero no cuando hay una gresca monumental de por medio. En esos momentos preliminares optas por apagar la tele. Esto no me lleva a ninguna parte. Tanto en los deportes o en la política el nivel de las opiniones es de muy baja calidad. Es como si escucharas una conversación en una taberna, totalmente improductiva, estéril. No te enseña nada. Por el contrario, te dan ganas de regurgitar. El diálogo en estos tiempos es hablar a través de los tuits o pequeñas reflexiones por el FB que son breves monólogos de Juanito Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como. Lanzas un tuit que incendian redes y opiniones haciéndose viral. Gran triunfo. Luego estos mensajes en cuestión de horas quedan en el olvido, ya nadie se acuerda ni comenta. Son estos tiempos donde todo se difumina en cuestión de un tuit. Es la nueva forma de dialogar de estos tiempos y el periodismo en complicidad ha dado paso a esta nueva forma de comunicación. Cada vez esa suerte de individualismo perverso corroe uno de los modos más básicos de relacionarnos con los demás como es el diálogo.

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