Cifras y opiniones
ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
Quisiera escribir con mayor frecuencia sobre el tema. Porque, contrariamente a lo que se piensa, convoca al debate profundo y evidencia nuestras deficiencias sociales y explica por qué nos encontramos en el lugar que las estadísticas muestran. Me refiero a la educación. A raíz del artículo publicado sobre una parte de la política brasileña y las cifras sobre deserción escolar he recibido varios comentarios que deseo compartirlos.
Oscar Llapapasca, educador que desde la Municipalidad de San Juan y otras entidades educativas hace lo suyo, señala que “si queremos hablar de desarrollo e inclusión necesitamos revertir los indicadores de la educación loretana, la gente y políticos se enfocan más en la medición de logros de aprendizaje en lógico matemática y comprensión lectora. Dejando relegados otros indicadores, como la deserción escolar, cobertura en Inicial y Primaria, y la continuidad educativa en zona rural. La deserción es preocupante de 100 niños y niñas que inician Primaria (1°) sólo 52% lo concluyen. De los 100 adolescentes que inician Secundaria, 35 concluyen de manera satisfactoria. En cuanto a cobertura, tenemos un gran trabajo pendiente en Educación Inicial, de 100 niños y niñas entre 3-5 años, sólo ingresan al sistema educativo de nuestra región 58%. Esos indicadores son más críticas en zona rural”.
Alberto Angulo, educador rural, convincentemente afirma que “en Loreto aunque les asignen cantidad suficiente de dinero a los gobiernos locales como pasó con los distritos de Belén y San Juan, nunca supieron ni tuvieron el sentido común, mientras estaban manejándolo. De qué educación pueden hablar fracasados en educación municipal y derrotados por sus propias discapacidades y por el mismo gobierno que les hizo devolver todo lo que manejaban, y lo manejaban mal por supuesto. Cómo hablar de la zona rural si recién el 28 de octubre del 2011, después de más de medio año en gestión convocan por primera vez a un grupo de docentes rurales para elaborar sus instrumentos de gestión. Peor aún fue que todo quedó acordado que aquellos instrumentos de gestión se elaboraría recién la primera semana de marzo del 2012, si es inicio de clases”.
Clarita Bustamante, enfermera que no se limita a los temas de salud, afirma que “el poco acceso a la educación Primaria y culminación de Secundaria de las mujeres rurales, sobre todo indígenas, impide que ingresen al FORMABIAP a prepararse como maestras de educación inicial, una de las poquísimas opciones laborales ligada a formación de capital social de la región y del país. Si como sociedad y país no hacemos un corte para priorizar la atención integral a la primera infancia lo único que iremos sumando son pirañitas que sobreviven los primeros 5 años y gansters en potencia acrecentando día a día el clima de inseguridad”.
Tres opiniones con cifras que sería bueno que quienes tengan que ver con las decisiones gubernamentales las tomen en cuenta. Porque más allá de los cambios en la DREL, los líos judicializados por el control de Subcafae y los concursos para las plazas docentes, los especialistas deberían reflexionar en base a la estadística y plantearse metas. Ése es el reto.