Carta abierta
Por Miguel Donayre Pinedo
Leía por intermedio de este diario que la revista, CARTA ABIERTA, cumplía treinta años, sí, treinta años y sentí el peso de las canas sobre mis hombros. Ni hablar de la alopecia galopante que nos visita por estos tiempos. Ni los otros males del cuerpo, esos benditos triglicéridos y colesterol. Ha pasado mucha agua bajo el puente. Y ellos siguen como el coronel Aureliano Buendía, luchando con las botas puestas por más que haya adversidades. Eran mediados de los ochenta, si la memoria no yerra, y yo recién había egresado de la universidad, los conocí por Armando Ayarza. Sabía que su centro era Pucallpa, pero que trataban y se esforzaban de mostrar el pluricultural y contradictorio mosaico amazónico. Recordé desde el exilio con gratitud a Raúl Zevallos y Sara Ríos por su calidez de aquella vez; además porqué fueron una de las primeras revistas que me remuneraron por la publicación de un cuento. Me hicieron sentir que respetaban a los que se esforzaban por escribir, ala Literatura.Queno era un oficio de haraganes como me insinuó un zafio glosador de la envidia. Enhorabuena por ellos y, claro, por la revista.