ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel
Miguel Donayre Pinedo es uno de los escritores que ha estudiado con más entusiasmo el período del caucho. Ha escudriñado con espasmo todo el juicio que llevó el juez Carlos H. Valcárcel. Ha rescatado del olvido a ese revolucionario y contestatario indio Katenere (¿bora, huitoto?) que en ese período nefasto de los primeros años del siglo pasado pagó con su vida por haberse enfrentado a unos abusivos que violaron a su mujer. Ha escrito ensayos sobre la época del caucho y la administración de justicia. Ha entristecido hasta cogerse la cabeza con las manos por la desaparición de los documentos de ese período. Ha saltado de emoción cuando encontró en el sótano del Palacio de Justicia los archivos de ese juicio que muchos ni siquiera conocen y más quieren olvidar. Ha lanzado interrogantes inquisidoras a quienes soplan al aire afirmando que el principal protagonista de esa historia de masacres y crímenes ha sido un patriota que amó tanto al Perú que exterminaba a quienes la habitaban. Ha tenido que novelar (perdonen el verbo) contradiciendo a Miguel de Cervantes Saavedra quien, según no pocos estudiosos, prefería la neutralidad en la literatura, sobre ese período porque es una forma de exorcizar tanto demonio que nos llegó de Inglaterra, de Europa, pes. Ha sido Defensor del Pueblo en Iquitos y –no es una exageración- el uso de los recursos públicos y el comportamiento de burócrata que tuvo en ese período debería servir para redactar un manual del perfecto servidor público. Le produce churumpi la hipocresía de tanto intelectual barato de la floresta que aparte que no saben comportarse no saben ni siquiera escribir con cierta decencia. Igual le produce escozor los ilustrados de esta tierra que para dar un paso al costado, al frente o media vuelta tienen que consultar a personajes de probada egolatría que aún no se han dado cuenta que el mundo es redondo y no que ellos sean el centro del mundo. Recorre las calles de Europa, África, América con la mente abierta y los ojos despercudidos para identificar cualquier recodo amazónico que le lleve a una fantasía porque la realidad, vamos, es una invención catastrófica de quienes dicen amar este mundo. Ha emprendido un exilio europeo que a veces duele, penetra y produce orificios en el alma de quienes le apreciamos y, estoy casi seguro, de él mismo. No se cansa de caminar por la calles madrileñas exponiendo lo republicano y lo monárquico con esa mezcla de charapa ibérico que igual soporta el frío invierno como el abrasador verano. Llega a Iquitos por 23 horas con 35 minutos sólo para presentar su última novela que es un bocado de Gastón porque te deja siempre con la miel (hiel, me atrevería a decir con las disculpas del caso) en los labios y los dedos. Ha escrito “El búho de Queen Gardens Street” como el fin de una trilogía que comenzó con “Estanque de ranas”, continuó con “Archipiélago de sierpes” y estoy seguro que continuará. Después de estas comprobaciones pregunto ¿no es hermoso y emocionante, intentar ser amigo de un tipo así como Miguel Donayre?
Tiene razón el ciudadano anterior, mucho floro …más objetividad señor Vásquez. O solamente está haciendo un publicherry de la novela de Donayre? …como los medios globales han hecho de «El sueño del celta» …que resultó siendo un bodrio, ahora que lo voy leyendo.
¿Charapa ibérico?, ¿a quién le ha ganado este señor?, ¿por qué este diario le hecha tantas flores, sólo porque es su colaborador? Ama tanto a su tierra que vive en Europa, desde allí raja todo lo que ocurre por estos lares, es tan rico criticar desde lo más cómodo de su apartamento (y ganar plata por eso), sin sentir ni vivir las carencias que padecemos todos los que sí trabajamos y nos esforzamos por hacer de nuestro Iquitos una ciudad mejor, quienes no tenemos una tribuna como él y hacemos lo poco o mucho desde nuestra trinchera silenciosa. O acaso este señor oculta algo que como la gente de esta jungla retrasada y subdesarrollada le censuraría demasido, él prefiere vivir donde las personas son open mind. Plop.
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