Ampudia

Por MIGUEL DONAYRE PINEDO

Apenas llegué del cruce transatlántico Sonia me propuso visitar Ampudia, es la tierra de sus ancestros de parte de madre. En la provincia de Palencia, en Castilla y León. No puse ningún reparo, mi cuerpo era de viajes y de cuando en cuando me dentellaba el desfase horario – a las siete de la tarde me invadía el sueño y a las dos de la mañana estaba despierto y me ponía a leer el libro de un cónsul norteamericano y su mujer de su paso por Iquitos. Está a unas horas de Madrid. Fuimos en tren hasta Palencia, aproximadamente hora y media, y luego en un autobús hasta Palencia, en un  recorrido de 20 minutos. El paisaje es de un color predominantemente amarillo por el verano, casi plano. Es Tierra de Campos, así se le conoce a esa parte de España. Aquí se inspiró Antonio Machado, por las tierras de Castilla. El abuelo vivió un tiempo por aquí antes de irse a Palencia, era ducho bailarín de una danza local. Es una tierra fértil y muy prodiga. Nos hospedamos en un hotel que mantenía el decorado de época, era un viaje por la intrahistoria, la geografía y el tiempo era más fresco que en Madrid. Para comer [almorzar] repostamos en el restaurante del hotel que se honra de tener medallas Michelin y nos ofertaron, vaya sorpresa, un plato peruano: atún al estilo Nikkei que me supo a gloria, muy bueno, me recordó a los sabores de las cevicherías de mi juventud. Ampudia es un pueblo pequeño, a ciertas horas del día su espacio se tiñe de gotas bucólicas, pasean las ovejas con pastores y sus diligentes perros, un espectáculo. Está rodeada de molinos de energía eólica y también de captadores de energía solar [hay protestas de grupos ecologistas que estos molinos afean al paisaje y no dejan de tener razón]. Un ingenuo antropólogo expresaría la situación con palabras vacías, entre la tradición y la modernidad, dice mucho y poco a la vez. Ha sido un remanso y oportunidad para recargar las pilas.