Muchos líderes políticos y políticas progresistas se llenan la boca vociferando en foros y plazas de educación y sanidad pública para todos y todas, pero su conducta cotidiana dista de ser coherente con esos principios o al menos que se acerque más a la soflama con que se dirige a la población electora. Pero, infelizmente, les ha ganado el acomodo. Lo fácil, y la coherencia al cubo de basura, claro está. Me explico. Por ejemplo aquí en el sur de Europa no mandan a la escuela pública porqué hay hijos e hijas de inmigrantes que ralentizan el progreso en clase, suelen decir el soniquete urbano muy extendido. Tampoco acceden a la sanidad pública porque han contratado un seguro privado, y el resto de la población que se jorobe, cada uno baila con su pañuelo o que cada palo aguante su vela. Esto es cinismo, hipocresía. En el hemisferio sur, como puede ser un lugar de la floresta, esta actitud desvergonzada también se encuentra entre la clase política [o intelectual] que se define como progresista. Estos no mandan a sus hijos a los colegios públicos si no a los privados y cuando enferman se curan en clínicas privadas. Es decir, viven en una farsa perpetua y lamentable. Y los patas lo pasan la mar de bacán vendiéndose como igualitarios y son todo lo contrario, segregacionistas, como cualquier pata que tanto critican. Ni cojudo, suelen decir en la intimidad con tufo privatizador. En algunos países han puesto un badén a este fingimiento de principios, por ejemplo, al elaborar las listas electorales, al menos los partidos progresistas, exigen que los hijos de esos candidatos estén cursando estudios en escuelas o universidades públicas para conservar, si algo queda, la coherencia. Imaginan esto que suceda en Perú o en la floresta. Daríamos un paso de gigante.

http://notasdenavegacion.wordpress.com/