Antisistemas deportivos
Por Miguel Donayre Pinedo
Hace poco salió la noticia que un jugador de primera división en España rescindió su contrato para las próximas temporadas con el club en que militaba. Dijo, no. Dijo, no al negocio del fútbol que ha maltratado sus objetivos deportivos en razón del comercio, del patrimonialismo puro y duro. A la fanfarria. Al boato fácil. A la vida superficial en que andan metidos. Amores plásticos con guapas modelos que miran la vicaría como objetivo. Es una actitud valiente y, muchas veces, nada comprendida. Recuerdo que en esa misma dirección una tenista de élite renunció a los patrocinadores. Alegó que era deportista y soslayó a esos auspiciadores que le ofertaban “prestar su imagen” para promocionar productos y marcas. Estaba contenta con lo que ganaba en los torneos y no competía en todos. Se armó de valentía y lucidez y dijo, no, como el futbolista del inicio de esta crónica. Son buenos ejemplos y una esperanza para espolear a los deportes que se han convertido en un trapicheo de los egos de estos deportistas. Ojala que nosotros podamos decir no, a circunstancias que colisionan con lo ético a favor del comercio. Sería una actitud valiente y cívica.