Balas, libelos y sicarios de las letras
Por Miguel Donayre Pinedo
La violencia y la maldad de tus enemigos no la sientes hasta que te muerden o cuando sientes que te quema el roce de la bala disparada por un de un sicario [en el poblado literario de Isla Grande existe una grey experta en estos correosos asuntos]. Eso le ha pasado recientemente al buen escritor Javier Cercas. El autor de “Soldados de Salamina”, a través de su columna de opinión se pronunciaba a favor que en las crónicas o columnas de opinión se puede apelar a la mentira como ficción para decir la verdad. En el camino de las tesis del último premio Nobel. Claro, se puede discrepar de esa posición pero no a través de la infamia que es un delito. Sucedió que un columnista de otro diario reseñó en su columna que en una intervención policial contra la prostitución se detuvo al escritor Javier Cercas, la noticia o mejor dicho el libelo corrió como un reguero de pólvora. Nadie daba crédito a lo que leía. Ardía la red con correos mostrando su extrañeza. Finalmente, el periodista de marras [sí se puede llamar así] dijo que su crónica tuvo como baza el argumento de Cercas sobre el uso de la mentira en las columnas de opinión y se quedó tan pancho. La cuestión es muy seria. Estoy de acuerdo que la posición de Cercas es discutible [¿cuál es el lugar o espacio que ocupa la ficción?], pero de ahí llegar al delito hay un largo trecho. La munición del sicario le rozó la frente.