Los mejores del mundo
El perverso nacionalismo promueve lemas tales como: el mejor del mundo, es único en el mundo, la mejor comida de la tierra, esta linda tierra que me vio nacer, en el mundo no hay otro que este lugar. Ese soniquete en verdad calcina el cerebro, abotarga el pensamiento y otras partes del cuerpo. Una de las nacionalidades más entusiastas de estas bendecidas frases tópicas es Brasil, eso pensé en un momento, también percibí en Portugal y otros países por la que tuve la oportunidad de pasar. Pero lo que está siendo una enfermedad crónica esas frases es en el fútbol español. Mierda, todo es lo mejor del mundo [parecen a los pesados brasileños, con el perdón de mi hermano Rafael y mi cuñado]. Desde un mísero portero hasta los delanteros [mejor si son del Real Madrid o Barcelona] son los únicos de esta especie en el planeta azul. Que pelmazos. Es cargante todos los días escuchar lo mismo, la empalagosa y puñetera cantaleta. Me parece que en parte es para suplir los complejos de inferioridad en otros frentes. Felizmente que Perú no ha clasificado al Mundial si no estaríamos entre los posibles candidatos a la próxima copa mundial. Ese egocentrismo y etnocentrismo es un viaje que no lleva a ninguna parte. Es grave y perjudicial. Los mejores partidos del mundo mundial los ví cuando era niño y mi padre me llevaba al Max Agustín, y este tenía los asientos de madera y su arquitectura se parecían a esos viejos estadios ingleses, podría decir, puestos a fanfarronear. El otro día escuchaba una conversación en el metro que un pata contaba que a él le gustaba los lugares de climas definidos: verano, invierno, otoño y primavera. Lo miré con cierto desprecio. Claro, pero el mundo no es así, idiota, rumiaba para mis adentros. Hay hemisferios, tontaina, me dio ganas de contestarle. Los climas difieren por donde vayas, a un metro de casa puede ser diferente. Ese colonialismo mental es el más abyecto y más fácil de aprehender. Así no vamos a ninguna parte. Cada vez que escucho eso del mejor del mundo me callo sé que tengo al frente mío a un paleto de campeonato.
