¡Vaya olvido!
Por Miguel Donayre Pinedo
El narrador de un país asimétrico y racista fue José María Arguedas. Pudo desbrozar esa herida que supura de un país en construcción, desigual y contradictorio. Su prosa donde quechualizó al español me remeció desde la primera lectura. Quedé de piedra con sus diarios insertos en “El zorro de arriba y el zorro de abajo”. Me dolió lo que contaba de una manera dramática, elocuente. Eran mis años de la universidad y llegar a sus novelas fue un descubrimiento de ese Perú que escuchaba de oídas, de esos protagonistas sobre cuales pesaban mucho racismo, de una geografía y costumbres desconocidas por mi pasado y presente amazónico. Es muy común, y se suele criticar, que el diseño de sus novelas fue su mayor debilidad. Pero un error de esos, si lo quieren achacar, no resta la vigencia de su obra. Es una obra que conmueve, permite aguzar la empatía de sus protagonistas, denuncia una realidad de injusticia. Así que esas observaciones al diseño de sus textos se caen por sí solas. Lo que resulta poco comprensible es que al Congreso de la República, a cargo de un presumible amazónico, se le haya pasado el centenario de su nacimiento. Así somos de memoriosos.