Por una cuestión de higiene mental no leo los diarios deportivos desde hace un tiempo, en verdad, estoy como si hubiera dejado de fumar (nunca he fumado), me siento mucho mejor, respiro. O que mi salud corporal hubiera mejorado con la dieta adecuada. Confieso que de las crónicas deportivas solo leo los titulares, gane o pierda mi equipo. El fútbol es parte de esa sociedad del espectáculo, el ejemplo más palpable son los peinados de los futbolistas o las novias de estos en los platós de televisión o saraos. Las tertulias deportivas son un campo minado de fundamentalistas que braman e insultan no solo al del equipo contrario sino también a la inteligencia. Son sanedrines repletos de cantamañanas. Solamente están para atizar al rival con la camiseta y el gorro puesto por el equipo de su preferencia. Las tertulias se convierten en un enfrentamiento retórico de baja estofa. Sin ideas. Se parece mucho al plató de las tertulias donde personajes venden su intimidad, este mismo formato se ha trasladado a la sección deportes. Hay mucha gente improvisada en este negocio. Este mismo esquema, al menos en este lado de la península, se ha traslado a sección política. Sí se pone oído a los tertulianos se observa que no expresan ninguna idea para discutir, solo es avivar el enfrentamiento, denostar a quien tienen delante o al adversario. Intoxican el ágora. Con este panorama no es ni para acercarse a la tele que se oye mal: solo insultos. El otro día hice un ejercicio sobre las noticias. Me compré el diario un día antes de un partido importante. En la sección deportes ocupaban dos páginas enteras llenas de fotografías y de “sesudos análisis” de los dos equipos que se enfrentaban. No leí el periódico hasta después del partido. Me puse a repasar los titulares y leer algunas crónicas, unas muy escoradas hacia un equipo. Las crónicas del día anterior no se acercaban en nada al resultado del partido ¿por qué tanto desatino? En una de ellas, loaban hasta el espanto, por zalamero, al portero de uno de los equipos y los goles del adversario fueron por el lado del portero que había sido ensalzado hasta la extenuación. Ninguna de las sonadas profecías de los cronistas se cumplió, me recordaba que aquellas revistas hacen listas de los políticos o políticas promisorias en los próximos años y casi todos encallan antes de tiempo (igual pasa con la literatura metida en el marketing cultural, hacen una lista de los escritores de despuntaran en los próximos lustros con poco criterio de la lectoría). No entiendo porque el abuso de las estadísticas en las crónicas deportivas que muchas son fotografías del ayer, porque en el momento presente las circunstancias ha cambiado. Los equipos no tienen el mismo entrenador y muchos de los jugadores ya no están. Este ejercicio, un poco burdo, me ha hecho entender que la decisión de no leer las crónicas deportivas me devuelven la paz.

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