La fuerza y el ingenio
Por Miguel Donayre Pinedo
La noche era calurosa. Caminabas por la calle y parecías derretirte, el calor abrumaba. La camiseta estaba mojada. A lo largo del camino hombres, mujeres te ofertaban productos y el precio a negociar, esas voces de oferta y demanda retratan el día a día en Dakar (a muchos europeos este regateo de precios les aburre, se molestan, olvidándose que es la chispa del viaje en África. Se juzga desde sus orillas, me recordaba a uno de los personajes de la escritora británica, Doris Lessing, en Canta la hierba). Llegamos al hotel que nos esperaba con el aire acondicionado, refrescaba un montón. En la habitación haciendo zapping descubro un canal en wolof, claro no entendía nada. Pero es lo menos importante. Las imágenes eran de gladiadores negros. Estaban ataviados con trajes de deportistas de lucha libre – al menos eso veía. Y las reglas de juego eran de fuerza y derrotar al rival a través de llaves, zancadillas y otras licencias. La cara de los valientes gladiadores era de fuerza y en otras el ingenio, derrochaban valentía. Unos salían vencedores y otros derrotados como son las reglas del juego. Se peleaba en un local de suelo de arena. Los auspiciadores de este deporte eran fábricas locales y entre ellas una periodista de la televisión alemana que hacía un reportaje. Por lo visto este deporte tiene gran audiencia local. Ya para embarcarme en uno de los puestos de publicidad del aeropuerto veo a uno de esos ardorosos guerreros, la fuerza de África.