En vista de que algunos audaces y osados ciudadanos tenían la perniciosa costumbre de vender las pruebas de exámenes varios, el ministerio educativo tuvo la brillante idea de ganar el mercado oscuro de las ventas y compras clandestinas. Y, mediante decreto,   decidió vender las pruebas mucho antes de la toma física de los exámenes. Para ello un grupo de personas anónimas pero emprendedoras sacarán por lo bajo copias de los exámenes, luego  ubicarán a los docentes en cualquier parte y les ofrecerán la prueba en ese momento a cambio de  cuatro mil soles.

No habrá descuento ni negociación y el que quiere la prueba tendrá  que soltar el molido. No se aceptará rebajas o pagos en formas de tajadas o a largo plazo. Tampoco se permitirá el sospechoso recurso de pagar después de conocer el resultado. Una cosa importante es que se conservará un  total hermetismo sobre la manera como se vendieron las pruebas. Nadie sabrá quienes fueron los que compraron dichos exámenes y todo seguirá normal en los días siguientes. En las clases estará prohibido hacer cualquier mención al monto cobrado y se impondrá la política del silencio absoluto, como si no hubiera pasado nada.

De esa manera un negocio redondo pasará a manos de los ejecutivos y ejecutores del ministerio que así verán incrementados sus arcas. El dinero recaudado no irá a parar a manos avaras y extrañas y servirá para realizar proyectos de inclusión a favor de los docentes. El ministerio educativo, siempre atento a velar por los intereses del gremio magisterial, no podía seguir tolerando que cada vez que había examen la prueba fuera vendida por inescrupulosos. Se sabe que la primera obra que se hará en su momento será un sonoro karaoke para que allí canten día y noche los maestros que tienen esa disposición artística.