Vamos muy mal
Por Miguel DONAYRE PINEDO
Hace poco salió una encuesta en la que señalaban las ciudades en Perú con mejor o menor calidad de vida, en los diarios de la ciudad se hicieron los suecos o miraron hacia otro lado y silbaron para no molestar [Pro y Contra no dijo ni mú]. Entre las diez primeras no salía ninguna urbe amazónica y recién en el puesto 24 o 25 salía la ciudad de Iquitos. Es decir, que en calidad de vida de nuestras ciudades en la floresta andamos a la cola. En verdad que la encuesta no me sorprende. La última vez que estuve en el viejo puerto se observaba una ciudad desnortada, sin ilusiones y resignados a la bulla [en un gesto de locura de mi parte me puse andar por la ciudad poniéndome tapones en los oídos, un fallido gesto de un Diógenes tropical], caótica, sin el mínimo respeto a las reglas básicas de tránsito e incívicos de cara a los peatones [eso es en todo Perú], sin un proyecto urbano de por medio. Los males siguen y no paran. ¿Qué nos ha pasado? Ojo, repito, la gestión de la ciudad no es mala por la actual gestión, que ha sido pésima, sino es un cúmulo de yerros de las anteriores gestiones que la han hecho una ciudad de escasa calidad de vida. Esos traspiés del pasado se unen a una gestión ineficaz y llena de tropiezos del elegido Alcalde [no tengo información suficiente para valorar a la actual gestión de la actual Alcaldesa pero con encuestas como esta debería tomar nota]. Ha ganado el provecho personal y el aumento de fondos de sus cuentas bancarias antes de buscar el bien común de la ciudadanía. Eso es lo que estamos cosechando, los gazapos de los ineptos. Desgraciadamente, la clase política amazónica ha respondido mal a los retos – el virus de la corrupción ha degenerado ideas, la construcción de políticas urbanas participativas y un largo etcétera. Vamos muy mal.