En el vagabundeo por calles y parques vas observando la ciudad y sus paseantes. Hay comercios que hace unos meses habían abierto y hoy están cerrados o en su lugar hay otros. La crisis generan esos dinamismos comerciales ¿se valorarán los fracasos y los éxitos en esta volatilidad de los tiempos? Con la misma fuerza que se abren tiendas se cierran. Las veredas las han ampliado. Percibo que las recientes obras del Ayuntamiento están más pensados en los peatones aunque muchos que conducen coches no lo entienden y suelen lanzar duros dardos contra la autoridad municipal, la idea que ellos enarbolan es ir con el carro hasta donde se pueda, menudo error. Casi todos los transeúntes que van muy apurados llevan móviles y hablan vociferando que me asusto de sus conversaciones ¿será cierto lo que dicen? Espero que no y sea un monólogo con ese artilugio que nos ha cambiado la vida en pocos años. Otros consultan los mapas o se hacen selfis – hay que alimentar al narciso que llevamos dentro. Se escucha el monótono rodaje de las rueditas de las maletas. La dirección en la que iba era el Parque de El Retiro, llego hasta la puerta y hay un cartel que dice que por razones de seguridad, hay fuerte viento racheado, han cerrado el parque. Muchos con caras largas por la decisión de cerrarlo, pero no queda otra. Hace un tiempo atrás un árbol con fuerte viento causó un accidente mortal, con esos precedentes entiendo la medida. Sobre la marcha decido ir por la acera que bordea el parque, hay que trazar caminos al momento. Me encauzo con dirección a la Puerta de Alcalá, la gente forma corros alrededor de las puertas cerradas, se toman fotos. Hoy sopla un fuerte viento helado que se siente en mi larga nariz de berenjena. Los alrededores del parque es un jubileo. Hay señoras y chicas jóvenes que llevan a niños o niñas en sus cochecitos a pasear, ellas hablan por el móvil y atentas al caminar de los niños, es una escena de la película “Roma” pero todos caminan sin mirarse.

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