por Filiberto Cueva

hola@filibertocueva.com

Adriá y su novia. Sí, Adriá. Sin n y con tilde en la a, han llegado de Hamburgo hace menos de una semana. Me escribe un email para preguntarme si podemos reunirnos “Tengo algunos proyectos que me gustaría compartir contigo y conocer tu opinión al respecto” me dice. Le respondo diciendo que con todo gusto nos podemos reunir el día que indica en horario de 5:00 a 7:00 de la noche.

Él, me remite la dirección de un bar, y ahí nos encontramos. Le pregunto ¿Cómo está? Y me responde que bien, que durante sus días en Hamburgo él y su novia pasearon en bicicleta, se perdieron entre los bosques y nadaron en un lago cercano a la casa donde vivían. “Es que ya no quería volver, Filiberto”, me dice.

¡Qué bien Adriá! ¡Cuánto gusto me da! “Sí Filiberto” responde. Del mismo modo, continúa diciendo “Han sido las mejores vacaciones que he tenido en meses. Mi chica y yo, nos hemos divertido mucho. Yo iba medio cansado, aburrido de la ciudad y con un resfriado que no tienes idea. Pero durante las vacaciones en Hamburgo me han ayudado mucho. Ahora me siento mejor”.

Entonces Adriá ¿Estás listo para emprender? “Sí Filiberto ya estoy listo para poner en marcha algunos proyectos. Mis vacaciones en Hamburgo han sido divertidas. Estuvimos viviendo en la casa de una anciana judía, a quién por 04 horas al día debíamos ayudar en las labores de casa y el resto del día, lo teníamos libre para pasear y hacer lo que queramos. Era una judía rica con una casa de campo súper cómoda” me dice.

“Qué alegría que tú y tu chica se hayan divertido mucho y tenido la posibilidad de disfrutar de los bosques de Hamburgo ¿Tus proyectos están inspirados en la naturaleza? “ le digo. Me responde diciendo “Sí Filiberto, perdernos entre los árboles. Ir en bicicleta sin ninguna preocupación ha sido realmente genial. Tanto mi chica como yo, lo hemos disfrutado mucho. Por momentos hacíamos competencias a ver quién manejaba la bicicleta con más rapidez”.

¿Y qué planes tienes para más adelante luego de estás fantásticas vacaciones? Le pregunto  “Es que no sabes, lo más divertido ha sido que en la casa de la judía habían 03 italianos de Nápoles que solo hablaban entre ellos. No prestaban atención a los demás. Si les hablábamos no respondían, nos miraban en profundo silencio y únicamente sonreían”.

Vaya, pero qué aventura Adriá. Seguro que los chicos de Nápoles no hablaban ni inglés, ni castellano, ni alemán, debe ser por eso que solo sonreían. ¿El proyecto que quieres iniciar tiene algo que ver con la alegría, las sonrisas o el entendimiento intercultural? le pregunta y este me dice “Creo que vamos a regresar a Hamburgo el próximo verano”.

En las 02 horas de conversación con Adriá este me ha contado de sus vacaciones, lo feliz que ha sido y lo feliz que quiere seguirlo siendo. Me alegro con él, con su novia, con la judía que los recibió en su casa y los 03 italianos que solo sonreían.

Me despido de Adriá preguntándole  ¿Te parece si volvemos a reunirnos para seguir hablando de tu proyecto? Sí, Filiberto, que tengo muchas, muchas ideas. Sonrío y le digo “Perfecto, estaré contento de escuchar todas esas ideas. Pero dime una cosa, tu proyecto se llamará ¿Vacaciones en Hamburgo?.