En mis paseos atravieso por la cuesta de Moyano, esa parte de la ruta lo hago despacio, disfrutando mis huellas por los libreros de viejo. Me detengo en las mesas donde están expuestos los libros. Es como beber un sorbo lentamente de un buen vaso de vino. Voy anotando casi todo. Observo, apunto. Muy temprano suelen llegar coches con cajas llenas de libros para ofrecer a los libreros ¿alguna biblioteca de un fallecido y sus deudos han decidido liquidar? Tengo un librero preferido donde, la verdad, muchas veces, he encontrado joyas de libros. Al menos, aquellos que yo buscaba desde hace tiempo. Como los ensayos de Carlos Castilla Del Pino, fue uno de los impulsores del psicoanálisis y marxismo en esta parte de la península- tuve la suerte de escucharlo una vez en Santander, en un curso de verano. Me tope frente a frente con el libro, sin pensarlo más, no dudé en comprarlo. Me regresé al Olmo con una sonrisa de oreja a oreja, molto felice. Como un libro de viajes de Camilo José Cela o de Juan Goytizolo “Campos de Níjar”, ambos libros exquisitos. Pero otras veces solo voy a mirarlos. Siento sus guiños silenciosos, son libros que han pasado por lectoras y eso me anima. Algunas veces dejan su impronta en las páginas del libro, eso alimenta más mi curiosidad ¿qué le llevó a subrayar ese párrafo o esa palabras?, ¿qué momento de su vida vivía cuando hizo ese marchamo? Amén de estas pistas que me dejan los expropietarios de estos libros de segunda mano, confieso que tengo un viejo sueño de encontrar un libro (o varios) en estos libreros de viejo. Sí, sí. Se trata del libro “Breviario mediterráneo” de Predrag Matvejević. Lo he buscado en español/castellano y no he podido encontrarlo. He ido a plataformas de internet y tampoco. La tapa del libro en edición castellana es realmente seductora y la italiana también, hay un faro erigido en una isla de piedras. En esos garbeos por esa cuesta librera quisiera encontrarlo un día en una de esas mesas llena de libros de manera fortuita como son los verdaderos encuentros. Que se quedara mirándome frente a frente. De esos entrañables encuentros que produce el azar. Seguro que me quedaré impávido, mientras llegue ese momento seguiré hurgando libros aguardando que aparezca.

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