*Un tema que los acciopulistas prefieren no recordar.

ESCRIBE:Jaime A. Vásquez Valcárcel

Por todo lo que sucedió aquellos meses de los años 1974 y 1975 ratifico que fueron los mejores años en toda la historia de Loreto. Por esos años se descubrieron la mayoría de pozos petroleros que tanto dinero han generado en la región, uno de ellos fue Bretaña que hoy se ha convertido “en la gallinita de los huevos de oro”, al decir del economista Róger Grandez. En abril de ese año, con anuncios a toda página en los principales diario, se promocionaba la construcción del “Hotel Río Amazonas Palace”.

“Hasta ahora Iquitos solamente había aceptado construcciones de hasta 4 pisos de altura; el Hotel Río Amazonas Palace, proyectado a 8 niveles, marca el nuevo hito en la construcción que se irá desarrollando a medida que aumente la producción del petróleo peruano, la mejor y racional explotación de nuestra floresta selvática”. No sigo transcribiendo el texto de esa promoción hotelera que parece redactada por el arquitecto Fernando Belunde Terry, quien en 1980 llegaría a la Presidencia de la República por segunda vez.

Ese edificio, pintado del huachafo celeste que identifica a EsSalud, es un emblema de lo que es el aprovechamiento del sector privado hacia el público. A ese anuncio inicial le sucedieron carteles de obra con igual o mayor pomposidad. Uno de los socios de ese grupo empresarial, donde se juntaron loretanos y de otra ciudades, principalmente Lima, fue Eduardo Orrego Villacorta, primer ministro de Vivienda y Construcción del segundo belaundismo (el mismo sector donde la sñora Goday hizo lo que ya todos sabemos) y renunció al cargo para postular a la Alcaldía de Lima, cargo en el que fue elegido en los últimos meses de 1980.

Sirva el párrafo anterior para entender cómo y por qué ese edificio que iba a convertirse en el mejor hotel para mejorar la zona urbana de Iquitos terminó como propiedad del Seguro Social del Perú, luego transformado en EsSalud, que aún lo mantiene no como un elefante blanco sino como un monumento a la corrupción y de cómo un proyecto privado terminó convertido en una estafa pública. Los acciopopulistas de la década del 80, diputados y senadores y prefectos, tendrían mucho que decir, aunque varios de ellos ya se fueron con su memoria y dinero a la tumba.