Los alarmistas de siempre, es decir un sector de los denominados caviares, la oposición naranja y sus fervientes colaboradores en los medios de comunicación hablan de un peligroso acercamiento del gobierno con ciertas medidas que apuntan a solidificar en el poder a Martín Vizcarra y que en pocas semanas más se va constituir en una especie de dictadorcillo.

Nada más exagerado y tremebundo como para tomar en serio estas afirmaciones por la emisión de los decretos de urgencia sobre aspectos meramente procedimentales necesarios al interior de un gobierno. Lo último que ha despertado sus alarmas sensibles de aquellos que le atribuyen poderes sobre naturales a Vizcarra Cornejo es la destitución de Hugo Coya del Instituto de Radio y Televisión IRTP.

Con esta decisión, asumen ellos, que se expone una direccionalidad del proceso electoral congresal del 26 de enero. Cómo si Vizcarra tendría partido o al menos un movimiento que le sobe la espalda y que requiera de un (alicaído) IRTP para poder posicionarse nacionalmente y se convierta en el abanderado político de la gestión, que además, cuando sean electos si es que lo son, ya estará de salida.

Es cierto que la envidia, los celos, las movidas y argollas en el campo de la comunicación política siempre han existido y cuando un amigo es retirado por la forma en que además se hizo, puede haber generado cierta crispación del resto, pero de ahí a exaltar el hecho cómo si se tratase de una acción articulada y cómo la parte de un plan bien orquestado para iniciar la captura del Estado con miras a quedarse con el poder, es realmente apelar al miedo ingenuo que tantas veces hemos estado acostumbrados a soportar.

Lo cierto es que hay fecha para hacer llegar al contrapeso político a través de las elecciones que requiere este gobierno y este está a 52 días de la decisión de Ud. Una vez ahí, y por lo que todo hace pronosticar, el siguiente Parlamento tendrá que poner en camino lo que está demandando la población y que además todos parecen enarbolar. Por ejemplo destituir a Pedro Chávarry, elegir a la Junta Nacional de Justicia a los nuevos integrantes del Tribunal Constitucional y ojalá que sean los más contrarios al gobierno.

A partir de marzo y cuando comprobemos la gran atomización del Congreso y se decida estas acciones por el sólo hecho del peso del movimiento de gravedad política, entonces estos asuntos de generar temores por acciones esporádicas se disiparán. Hay que ser iluso para atribuirle mucho mérito a un gobierno que pasa desapercibido en todos los aspectos posibles.

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