Tierra nueva en los andes

En el ámbito de la Plaza Huamanmarca, en el territorio de la incontrastable ciudad de Huancayo, en el lugar de la  Tercera Feria Internacional del Libro, Tierra Nueva Editores estuvo presente. No como simple visitante. Porque presentó dos libros de su ya abundante catálogo. El primero fue la excelente novela de Miguel Donayre Pinedo: “El Búho de Queen Gardens Street”, donde gracias a la figura perdida en Londres del huitoto Juan Aymena, que fue llevado a esa ciudad por el cauchero Julio César Arana para que fuera el primer indígena en obtener el título de doctor en Derecho, como si no hubiera Azángaro, el autor se refiere al destierro del ayer y del presente desde una visión amazónica. 

Las entrevistas escritas que a lo largo de su impresionante vida dio el flamante Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, fue el otro libro que se presentó en Huancayo. La obra es trabajo y selección de Jorge Coaguila. El libro se puede sintetizar en una visión ampliada del cansado, pesimista y fracasado Santiago Zavala, el personaje central de “Conversación en la catedral”, el que dijo la famosa frase: “En qué momento se había jodido el Perú”. Un momento importante del evento fue la donación de ejemplares publicados por le aludida editora, ejemplares que irán a la impresionante Biblioteca Edil de esta ciudad.

En territorio andino, en la incontrastable urbe de Huancayo, en otra Feria del Libro fuera de la patria de verdores, Tierra Nueva volvió a exportar el libro hecho en la periferia cultural. Como tantas otras veces en una campaña que no tiene desmayo. Así, el libro se convierte en un objeto de exportación financiada desde la periferia oriental. Esta vez fue Huancayo. Mañana será Lima. En el porvenir aparecerán otros lugares y allí volverá a estar esa editora que es un acierto cultural, más todavía si seguimos en el último lugar en comprensión de lectura.

1 COMENTARIO

  1. Buena por el esfuerzo editorial y el afán marketero de instalarse en diversas ferias de libros.
    Todo eso está bien, pero con la frase abajo repetida, el editorialista la riega toda, en el afán de ser irónico, y pintándose de cuerpo entero:

    «…para que fuera el primer indígena en obtener el título de doctor en Derecho, como si no hubiera Azángaro,..»

    Qué significa esto? Que un indígena -o tal vez un loretano – no podría acceder a un título académico más que visitando Azángaro? Es un prejuicio oculto en el subconsciente del articulista…? Un prejuicio de blanquiñositos de la urbe iquitina, muy guardadito?

    Además, la frase que cito de este editorial – al comentar el argumento central de la novela que tanto promocionan con lógico interés- adolece de desfasada y está fuera de lugar: ni la calle Azángaro, ni los «milagros» académicos con que se la conoce hoy, existían en el siglo XIX, en Lima; por lo que el comentario aludido tiene toda la connotación del ninguneo racista.

    Ya pues Vílchez, ya pues Vásquez, mejor están comentando los problemas de la ciudad!

Los comentarios están cerrados.