Sunset park
Por Miguel DONAYRE PINEDO
Es una de las penúltimas novelas de Paul Auster, escritor norteamericano. En esta ahonda más el poso austeriano. Esos personajes que andan lisiados por el mundo, pero no de aquellas heridas físicas sino las más profundas e insondables que cargamos a lo largo de la vida. Las heridas psicológicas. El personaje central carga la culpa que por un accidente, un enfurruñamiento y zipizape de muchachos, su hermanastro es atropellado por un automóvil. Esa muerte es la losa que pesa sobre su alma. No le deja tranquilo. Y en un momento de su vida decide huir abandonando los estudios universitarios, se pierde de la vista de sus padres, su padre biológico y su madrastra. Vivía en Miami trabajando en una empresa que limpiaba desalojos de las hipotecas basura en los Estados Unidos. Antes que limpiaran esos objetos hogareños, él pasaba con su cámara fotográfica y tomaba tomas sobre esos despojos, era un ejercicio casi de embalsamador urbano antes de entrar al horno crematorio de los recuerdos. Circunstancialmente, conoce a una chica y se va vivir con ella, rompiéndose la paz conyugal cuando la hermana de la novia le amenaza denunciarle porqué ella es menor de edad. Decide huir a Nueva York, esperar unos meses, y luego podrán casarse o vivir porqué ya cumpliría la mayoría de edad. En Nueva York va vivir en la zona Sunset Park, en una casa deshabitada. Él y otros okupas forman parte del nuevo paisanaje. Dos chicas y dos chicos. Cada uno cargando su mochila de quebrantos. Una de ellas redacta su tesis doctoral y trabaja en las oficinas del PEN Club denunciando situaciones de libertad de expresión de escritores por el mundo. Otra con ciertos delirios paranoicos y pinta en sus ratos libros. Y el líder del grupo es un amigo del personaje central que es músico por momentos y trabaja en una tienda reparando objetos. La casa en Sunset Park se convierte en una improvisada clínica de heridos de guerras, de esas batallas silenciosas que libra cada uno de cara a los demás. Les llega una orden de desalojo y deben huir, Morris Ellen, el personaje central, para defender a una de las chicas estampa un golpe brutal en la cara del policía y huye. Y siente que sus esperanzas del mañana se escurren por el azar y decide vivir el día a día.