Saber escuchar para solucionar
¿Porque en una sociedad como la nuestra se ha hecho tan difícil escuchar?
La mesa directiva del Congreso viene realizando sesiones descentralizadas y audiencias en distintas regiones del país. Esta vez le tocó al sur. Primero Arequipa, ayer Moquegua y hoy Tacna. Un acto que puede ser tomado como un saludo a la bandera teniendo en cuenta que el Congreso dela Repúblicano tiene iniciativa de gasto. Además, las demandas que se presentan en un gran porcentaje tienen que ver con decisiones del Ejecutivo, de presupuesto y pocas con decisiones que partan desde el parlamento para su solución.
Pese a que los dirigentes son conscientes de esta realidad asisten a estas audiencias porque tienen hambre de ser escuchados. En una sociedad donde impera la resolución de conflictos mediante la fuerza y donde prima una opinión de avasallamiento del reclamo mediante la fuerza, un mecanismo tan democrático como saber escuchar puede sonar a improductivo, insulso y de derroche innecesario. Un Estado que ha estado bajo un régimen de dictadura durante varios años con posteriores gobernantes que han sucumbido a las decisiones del capital mercantilista por sobre todas las cosas, estas audiencias suenan más a paseo mediático.
Pero aún así, la gente quiere ser escuchada, no quieren simplemente ser oídos fisiológicamente sino que los escuchen, que los entiendan. Necesitan socializar la contratación irregular, la invasión informal de terrenos, la lucha sindical y hasta conocer que se está haciendo deporte a pesar de la crisis y desaliento en la política recreativa como sucedió con un jubilado del colegio militar Francisco Bolognesi de Arequipa al momento de intervenir ante la mesa directiva en el Paraninfo dela Universidad Nacionalde San Agustín para ser escuchado por el presidente del Congreso, Víctor Isla Rojas.
El anciano desata carcajadas y burlas en otros dirigentes más duchos que le advierten que ese recinto es para hacer conocer la problemática “macro” y no necesariamente una anónima realidad individual de un ciudadano de la tercera edad que al conocer de la presencia de los congresistas desvió su rutina deportiva y esperó pacientemente su turno por varias horas y hacer saber que pese a todo, él, puede hacer deporte, estar sano a pesar de la reducción de su pensión, y tener la vitalidad suficiente para correr una maratón de20 Kmsin ayuda. Necesitaba decir esto para no ser aplacado por una realidad sombría que pintaban sus colegas en el recinto.
¿Pero podrían tener éxito estos reclamos tan menudos y provincianos? Por supuesto que sí. Claro, si ese personal que asesora, rodea, recoge, selecciona y tramita cada una de las peticiones que en documentación sumaria entregan los denunciantes. Si esto queda en la nebulosa de una burocracia tradicional de nuestro país, entonces las audiencias parlamentarias conllevan una consecuencia funesta y contraria a su objetivo. No sólo se trata de escuchar sino de hacer el seguimiento que derrote finalmente a esa incredulidad mediática que se resaltan de estas audiencias.
Y el diálogo no sólo es de gabinete, también es de calle y hasta de retos ante la problemática social avasallante que se ha planteado a través de las huelgas de todos los sectores como maestros, médicos, enfermeras y demás que vienen acatando huelgas nacionales. Algo de lo que hizo el presidente del Congreso al enfrentar y salir a las calles dela Ciudad Blancaa escuchar a los protestantes del Sutep.
Si el tema finalmente es de presupuesto, entonces el parlamento no se puede desmarcar de esta realidad, este tema que viene siendo debatido en el parlamento, debería acarrear la solución a una problemática preocupante que se respira en las calles. Estos años de más de 60 mil millones de reservas internacionales son motivo suficiente y de sentido común para que se aplaquen los reclamos de aumentos salariales muchas veces congelados por más de 15 años en el sector público. Este si es un tema netamente congresal, independientemente que ministerios estén evaluando más sumas y restas que posiciones sociales que desacreditan más al gobierno.