¿Qué hacemos ahora?

Río Amazonas ¿Qué hacemos ahora?

Hay mucha gente que cree ser muy importante para la nominación del río Amazonas (o la Amazonía) como nueva maravilla natural del mundo, según el concurso virtual de la Fundación New 7 Wonders, a pesar de ser claro que hubo un concurso donde cientos de millones de votos se movilizaron. Así, suena extraño atribuirse exclusivamente el éxito cuando han participado más de un país, más de un continente.

Lo cierto es que como inversión, ha sido muy poco (demasiado) lo que ha invertido, en términos logísticos y económicos, lo que el gobierno de  Loreto (e incluso el gobierno peruano) en esta campaña global. La sacamos barata, podríamos decir, aludiendo términos deportivos.  Sin embargo, más allá de decir ahora de quién es la responsabilidad y el liderazgo (que usualmente revela una falta de visión del panorama completo), se debería empezar a pensar en lo que viene y cómo esto puede tornarse beneficioso para la colectividad.

El columnista José Álvarez Alonso ha publicado un artículo bastante ilustrativo sobre cómo Cusco ha aprovechado la nominación de Nueva Maravilla que ganó el año 2007. Evidentemente, aún existen algunos puntos flacos por afinar, pero en líneas generales a los cusqueños les ha funcionado bastante su estrategia de difusión, promoción e inversión.

Hay algo, sin embargo, que quiero transcribir del artículo de Pepe Álvarez, que refleja un poco los problemas de falta de visión  que hablábamos:

“Iquitos, aislada en la selva y con muy bajo potencial agrícola y minero en su zona de influencia (salvando el petróleo) no tiene muchas alternativas económicas aparte del turismo. Sin embargo, mientras se gasta enormes sumas de dinero en promover una agricultura irrisoria, y en obras no productivas, la inversión en turismo es ínfima. E inversión en turismo no significa sólo, como algunos piensan y como nos demuestra la experiencia de Cusco”.

En Iquitos (más aún en Loreto) la inversión en turismo brilla por su ausencia. Y eso es grave, porque es tan claro que somos destino turístico. Además, una urbe declarada como destino cultural imprescindible por guías de prestigio como la Lonely Planet y la CNN Internacional, amén de otras. A pesar de esto, no hay planes de desarrollo eficientes.

Usted dirá, amable lector, que esto no es un asunto que le importe y menos lo beneficie, porque, al fin y al cabo la cultura no se come. Por eso estamos así, pues, y usted también es culpable de la situación. Porque no se da cuenta que un sistema que aproveche y dinamice estas potencialidades no solo le permite recibir divisas a la ciudad si no también fuentes de inversión y trabajo para usted.

Una colectividad que no reclama y exige al gobierno regional, al gobierno local y a las instituciones públicas un sistema de desarrollo urbano se está condenando a sí misma a perder otra oportunidad.  El triunfo del Amazonas nos pone en el ojo de los visitantes nacionales e internacionales, pero, ojo, no cualquier interés, sino uno masivo, de características virales. 

Debemos reconocer que Iquitos se encuentra en un momento lamentable (las obras de alcantarillado, por ejemplo, caóticas, irregulares, sospechosas, improvisadas y – ahora – criminales). Los niveles de suciedad, de contaminación sonora, de descuido del ornato, de abundancia, de delincuencia aún son muy fuertes y considerables como para que obviarlos.

Además, mucho me temo, por más buena voluntad que se tenga, no existe un documento serio sobre el tema que, además, tenga cumplimiento obligatorio y sea una suerte de guía u hoja de ruta que Loreto siga. Por mucho tiempo he visto como una serie de proyectos y estrategias y consejos consultivos han naufragado por el escaso o nulo interés de las autoridades para invertir y aplicar.

Evidentemente, además, esa falta de interés viene acompañada de la necesidad de afinar una clase ejecutiva que se encargue realmente de trabajar estos asuntos, con capacidad de liderazgo y sin intromisiones. Los mejores deberían sentarse, idear el trabajo, coordinar con quienes deban y empezar a actuar inmediatamente.

No hay, por lo demás trabajo en el área cultural, en rescate de patrimonio arquitectónico, en limpieza de cuencas, en educación ciudadana, en promoción de una educación turística, tampoco se ha previsto un afinado enfoque de potenciación de balnearios, de parques, de áreas verdes recreativas, menos la recuperación de centros culturales, museos o la construcción de teatros y  auditorios.

Es preocupante, además, que no se esté trabajando en la conectividad. No solo la que se genera con el mundo, a través de servicios de banda ancha y anexos, si no, sobre todo, los que nos permiten una más rápida y efectiva forma de acceder a nuestras ciudades. Hasta el momento, no hay una ruta directa que conecte Iquitos con el extranjero (y eso es una paradoja, debido a que nuestro Aeropuerto tiene categoría de Internacional). Tampoco se ha trabajado aún la ruta directa con Cusco (que sería como parte de un circuito por todo el país para el visitante foráneo). Finalmente, no se han vuelto a retomar las rutas en escalas con otras ciudades amazónicas, como Pucallpa, Tarapoto.

Evidentemente, trabajar esto es empezar desde ya. Es planificar, es invertir, es construir. Recuperar el valor, urbano y selvático, de nuestra región, es meter fuerza en la cultura de servicios (que sigue siendo un problema en nuestra dinámica turística), que se garantice orden y tranquilidad. Es decir, nos falta mucho (la próxima semana podremos trabajar algunas ideas sueltas en esta misma columna).

Es hora de empezar ya. Esta es nuestra oportunidad para demostrar que estamos a la altura de grandes ratos o que no somos capaces de dirigir nuestro propio destino.