Rematadamente idiota

Decían que escribir gratis es de idiotas, el escritor Javier Cercas, y según su propio testimonio, en sus inicios de escritor formó parte de este amplio club de plumíferos. Bueno, seré rematadamente idiota porqué por lo general escribo gratis, sin compensación económica ni remuneración. Es por amor o deporte que de otro lado, admito que gratis no se hace ni el oficio más antiguo del mundo pero sí los [y las] que escriben en este revuelto patio de aguas. Hay que tener una fuerte vocación por la escritura o ser rematadamente idiota. En la floresta salvo contadas ocasiones recibes dinero por escribir. Ha sido una inveterada mala práctica que admite, como no, complicidades entre editores y escritores. No se firma contrato alguno o que haya un acuerdo que señala un porcentaje por cada libro que se vende, no, no, esas son palabras mayores; es que la balanza se inclina por quien imprime el libro y no por el quien lo escribe. Una de las conclusiones de este oficio es que no podemos vivir de escribir que sería la situación ideal y óptima. En este oficio de la escritura para la publicación, paradójicamente, se fía uno de la palabra del otro. Que cruel. Más bien de los testimonios y opiniones, los escritores [ras] son quienes cumplen su palabra y el editor o impresor es quien se hace el loco en este negocio e incumple su palabra. Eso nos lleva a otra conclusión casi obvia que escribir no es valorado como un trabajo profesional sino un pasatiempo, un hobby de vagos como alguna vez me señalaron, que escribimos por ser aburridos. Que sentarse frente a la máquina de escribir o al ordenador es lo más sencillo del mundo mundial. Piensan que reposando tus posaderas en la silla y hala, salen solas las palabras. Así andamos en este oficio sin estímulos y compensaciones pero eso no nos hace perder el rumbo. El norte. Seguimos así atados a la silla escribiendo. Sin bajar la guardia ni los brazos.

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