Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas

Acaban de sacar de carrera a Julio Guzmán de “Todos por el Perú” y al candidato de los plagiadores César Acuña Peralta de “Alianza para el Progreso” y dicha decisión del Jurado Nacional de Elecciones alegra a muchos y entristece quizá a muchos más. Y es que detrás de un candidato hay grandes esperanzas de muchos, sobre todo de aquellos que aspiran a cambiar su forma de vivir, de optar por un trabajo o quizá un carguito público por ahí.

Claro está que con la salida de Guzmán y Acuña, los otros candidatos y simpatizantes miran con buen ojo sus posibilidades de lograr ubicarse detrás de la chinita y tentar una segunda vuelta y quizá con un golpe de suerte ser los nuevos mandamases de este sufrido país.

Y algunos, como este escriba, esperan que se acabe ya esta novela para ver cómo luego de 28 de julio, sea cual fuera el nuevo gobernante, se empiezan a sacar los ojos por los cargos públicos que podrían ocupar muchos. Y por ahí saldrán los keikistas de toda la vida, los pepekas de siempre o los barnecheas de todas las sangres o de cualquier otro partido a decir que sacaron el pecho en campaña para pedir uno de los tantos carguitos que están listos para ser ocupados.

Es el momento de comprarse un periódico y sentado en una mecedora empezar a ver cómo algunos pasan de naranja a colorines, de colorines a naranja, de la estrella a la K y viceversa. Y es que la política permite ver a cuanto camaleón aparece. Y se acabará este proceso electoral y vendrá la previa para las elecciones municipales y regionales y volveremos a la fauna local de siempre.

Y así, por los siglos de los siglos, se vive inmerso en una suerte de constante elección. Y como dice la canción: y va pasando la vida… y los sufridos pobladores vemos que nada ha cambiado para bien en nuestras vidas. Así por ejemplo seguimos bañándonos con nuestro pate, salvo tengamos tanque elevado, seguimos usando velas porque así manda Electro Oriente y seguimos con pésimas telecomunicaciones (entiéndase internet).

Y ni que hablar de otros servicios básicos porque valdría esa expresión ya conocida: pare de sufrir. Pero lamentablemente somos y seguiremos siendo una sociedad de sufridos. Y no se sabe cuándo llegará la persona idónea que realmente quiera cambiar la manera de hacer política y buscar el bienestar de su prójimo (sin cachita a la política del gobernador).

Por en cuanto queda seguir mirando cómo vamos para atrás. Seguiremos siendo espectadores por ejemplo de hasta el fútbol profesional y hasta de como otras ciudades reciben a artistas de talla mundial, dos aspectos de los que en su momento pudimos gozar hace algunos años atrás y no lo pudimos mantener.

Hoy somos una ciudad que vive de su pasado y que ni siquiera sabe aprovecharlo. No sabemos explotar ni nuestra propia historia para algo tan elemental como el turismo. No sabemos ni siquiera orientar a nuestros visitantes. Y podrán decirme pesimista pero es la pura y clara realidad. Es para preguntarse: ¿en qué momento nos jodimos como loretanos, pero por sobre todo como personas? Y me incluyo porque santo no soy y tengo más pecados que muchos.

Pero es verdad cuando se dice que nunca es tarde para hacer mejor las cosas y ojalá que nuestras futuras generaciones puedan lograr lo que la nuestra bajo ninguna forma pudo lograrlo y lo más jodido es que sí tuvimos la oportunidad de hacerlo.

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