Paradojas del mal
Por Miguel Donayre Pinedo
El trámite final de un conflicto, muchas veces, es más complejo que la guerra misma o el sello de la paz. Hay breñas y oquedales. Los rescoldos del dolor y la memoria están latentes. Es un duro ejercicio de introspección. Se requiere de una gran madurez emocional. Hace unos días ETA a través de un comunicado señaló el cese definitivo de la violencia. Como dicen, ahora toca hablar a la política. El arco de reacciones ante este punto y final ha sido muy variado. Desde la alegría contenida hasta el escepticismo. Estos últimos de la derecha tardofranquista que quiere un final parecido al de franquismo, de vencedores y vencidos. De machacar la cabeza a los vencidos, hay mil maneras de poner el punto final. Llama mucho la atención que la derecha utilice a las víctimas de los atentados de los terroristas como bandera para exigir condiciones en la paz, ¿desde cuando las víctimas pueden liderar procesos de justicia transicional? Es muy difícil por las miríadas de emociones que conlleva este proceso. ¿Y si fueran las víctimas que lideraran este proceso por qué no se hizo igual con las víctimas del franquismo? Es jugar vulgarmente con las emociones, y eso da mucho crédito. Es un enmarañado bucle que no se sabe cuando salir. No es la mejor baza.