La ciudad y los gallinazos
Por Miguel Donayre Pinedo
Para mí ha sido más que una sorpresa. No pensé llegar a Chiclayo, ciudad donde pasé parte de mi niñez e identificar que lo que más sobresalía como personaje del entorno urbano era el carroñero gallinazo. Sí, esa nave negra que está alrededor de los hedores y la basura. Estaban vigilantes en la cúpula de la Iglesia principal, en los edificios de las calles aledañas. Parecía una película de terror. Había que andar con cuidado ante un posible bombazo de los zopilotes. No entendía el porqué de tantas aves negras. Pregunté y me dieron diferentes sorpresas que se debe al material con el que está pintada la cúpula de la iglesia principal y eso los atrae como dulce. Que ante la presencia de los residuos de arroz y de la caña de azúcar eso atrae a los ratones y estos a su vez a los gallinazos. No, que no me dijo mi amigo Alfonso Castro, se debe a que la ciudad no ha definido adecuadamente el vertedero, esta última me parecía la respuesta más acertada. Pero estas aves seguían allí espiándonos. Recordemos que hace unos años Iquitos tuvo un similar problema. Con estos personajes y los desaciertos en la gestión pública de los residuos hay crónicas para rato.