Justicia editorial
Por Miguel Donayre Pinedo
En este frío de fin de año cuando visito las librerías y oteo un libro se me viene a la cabeza, por la manera como está hecho el libro, la división de quién es el editor y quién el impresor de un libro. Los abro, los huelo, palpo las páginas. Me encanta el diseño de los libros Compactos de Anagrama. En poesía los de Pre textos o de Hiperión, estos últimos son de una belleza sin par. El que lleva el nombre de editor es aquel que mima, arropa un libro como si fuera un hijo o hija. No escatima detalles. Quiere lo mejor para esa edición. Lo puedes observar en el detalle de la edición: la elección de las letras, los folios, la carátula. Su compromiso con el lector o lectora está allí. Seguro que pasará noches en vela y se justifica. Están embebidos de justicia poética o mejor de justicia editorial. Pero los otros bípedos son los impresores, les importa un mamey los detalles del editor. Su compromiso no son los detalles, sólo imprimir. Mierda, parecen sicarios. Solo disparan, ejecutan. Huyo de esos libros desabridos, inanes mientras ojeo despacio, despacito un buen libro editado.