La vuelta del mandarín
Por Miguel Donayre Pinedo
El idilio de Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura 2010, con el ayarerismo desmedido peruano duro poco. Volvió a su papel de aguafiestas y lo celebro. Apenas pisó tierra en Perú el laureado escritor puso los puntos y comas sobre la política nacional y las elecciones presidenciales a la vista. Esta actitud no gusta a los peruanos y peruanas que masticamos nuestras iras y cóleras en nuestras carnes, y de la boca para fuera regalamos loas y panegíricos. A muchos les cayó como un zurriagazo lo que dijo de la candidatura de la hija del ingeniero Fujimori. Pero me parece que lo expresó con una honestidad en toda regla. Lo señaló como escritor, como mandarín cultural que es. Manifestó públicamente que llevaba al Perú en las entrañas, por eso sus opiniones no nos debería caer tan mal por más que sea contra el candidato o candidata de su preferencia [algunas personas piensan que es un deber ineludible siempre hablar de la fuerza telúrica de Machu Pichu, de las bondades de la comida peruana y que hermoso es su país y su buena gente, para mí es de un provincianismo descomunal, en todas partes se cuecen habas]. En todas las campañas políticas ha participado como un ciudadano más expresando su opinión sobre los candidatos y candidatas, claro que no siempre acierta. Pero su honestidad nadie le discute. Más bien le damos la bienvenida a la política local y que siga participando activamente.