Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas.

A diez días de las elecciones complementarias 2020 y habiendo realizado una puntual pero prolija investigación para Ojo Público, a los candidatos con mayores posibilidades para ocupar una de las cuatro curules que le corresponde a la región Loreto. Me atrevo a señalar que más allá de la aparición de nuevos y jóvenes candidatos; muchos de ellos, lamentablemente, vienen con el chip y las malas artes de candidatos de antaño que –no se sorprendan- volverán en las próximas elecciones congresales-presidenciales, regionales y municipales como los próximos salvadores.

Pero yendo a nuestra realidad próxima, la de este próximo domingo 26 de enero. Tendremos que elegir a cuatro entre 56 aspirantes congresales. Todos ellos, más allá de cuestionamientos públicos y procesos judiciales en curso, aptos para ser elegidos y representarnos durante un año y cinco meses en el parlamento nacional. Candidatos que sin aun haber sido elegidos se ofuscan cuando se hurga en sus entrañas políticas y cuando se les pide ser claros sobre sus fuentes de financiamientos. Si así están como candidatos, no me los imagino cuando ostenten el poder, donde solo el 1% de congresistas, cifra en la que me puedo equivocar, no cambian.

Este proceso electoral 2020 ha mostrado, a pesar de algunas de las nuevas reglas de juego puestas en práctica, que no sacarle la vuelta a la ley electoral será una labor en la que los entes electorales deberán trabajar muy duro para los próximos procesos electorales que ya están a la vuelta de la esquina.

Una de ellas y la más sensible es la publicidad electoral prohibida en medios de comunicación, salvo la franja electoral contratada por la ONPE. Si bien se ha logrado que los espacios radiales, televisivos y de diarios no terminen saturados por un “selecto” grupo de candidatos, cuyos financiamientos resultaban extraños. Esto no ha evitado que estos mismos personajes terminen siendo los únicos candidatos a quienes se les brinda espacios en los medios de comunicación. Presencia que dudamos sea tan democrática, pues si así fuera, podríamos tener a los hasta ahora desconocidos candidatos NN en los espacios periodísticos, quienes por no tener cierta llegada o “amistad” con los concesionarios de espacios, solo terminarán siendo candidatos de sus amigos, allegados y por ahí compañeros de promoción de colegio, universidad o instituto.

Algo se deberá hacer para que luego los electores -más allá de las mal usadas redes sociales donde todo se compra, venden e insulta a diestra y siniestra- tengan las cartas sobre la mesa y luego no estemos pidiendo o esperando un próximo 30 de setiembre de 2019 para que se cierre el Congreso. Y los periodistas no andemos con esos falsos discursos que: los electores deben conocer a sus candidatos; y solo se muestra en los espacios periodísticos a dos o tres conocidos hasta el hartazgo, y luego la culpa es de quién por no saber elegir.

Así el panorama con candidatos NN y los ya conocidos, odiados y santificados, me atrevo en asegurar que tendremos casi más de lo mismo. Aunque claro que no volveremos a tener, y por favor no perdamos la memoria sino estamos fritos, legisladoras como Tamar Arimborgo que por vergonzosos méritos propios, terminó por dejar casi en el olvido a los otros tres exlegisladores, de los que luego nos hemos arrepentido de haberlos elegidos.

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