El título de esta crónica es una invención pero que me viene bien para comentar una campaña promovida  por el Ayuntamiento sobre la pertenencia a Madrid o la suma de pertenencias de la ciudadanía que se vive en la capital del Estado español. Lo leía mientras iba en el autobús y me zarandeó de las cavilaciones existenciales en la que andaba como la desastrosa crisis institucional de Perú y España. Para mí fue una buena llamada de atención porque a veces estamos muy ensimismados en nuestras preocupaciones que olvidamos lo que pasa alrededor. La campaña del ayuntamiento partía, y era muy consciente, de las múltiples identidades de la ciudadanía global que tenemos hoy en día en la ciudad. Los esencialismos locativos prescribieron o eso creemos – por eso siempre quedo pasmado cuando aquí, en la tierra de Machado, con facilidad se levantan banderas que enlodan el terreno. En mi caso, hablando de las identidades, podría sumar la de costa peruana entre Chiclayo, Pisco y Lima por mi peregrinaje familiar. Mis cortas estancias en Boston, Ciudad de México, Quetzaltenango. También agregar una identidad amazónica más urbana que rural, suramericana, latinoamericana, de Europa del Sur. Somos hechos de muchos lodos que adicionamos a nuestra existencia y la enriquecemos. A pesar de esta constatación real – en las encuestas señalan que mucha gente ha venido a Madrid dejando sus pueblos y otras ciudades, aunque hay quienes que no se suman a esta aproximación de las múltiples identidades por ceguera. Es el caso del partido conservador de Extremadura, según leí en las noticias, se oponían a esta campaña y pedía que se paralizara porque maltrataban a los extremeños que han tenido que emigrar a otras tierras por una posibilidad mejor. Estos pobres hombres, con pocas luces, ignoran la historia, su propia historia, los extremeños también llegaron a América y no volvieron solo como extremeños, que le pregunten retóricamente, claro, a Pizarro, Cortés, Orellana y otros más. De locos. La identidad se construye, no nos da la naturaleza. Cada día en este país se vive una cuestión surrealista y esta es una de las muchas de las que pasan a diario que están en el límite de la comedia trágica. También soy de Madrid, sudaca, de Boston, de Pisco, de Lima, de Iquitos…

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