Soy un fisgón de las redes sociales, aunque no participo activamente en ellas. Pero aguzo la mirada de lo que sucede en ese mundo líquido. Con tantas personas en ella se puede llegar a la conclusión que es un bestiario que muestra los pelajes de la humanidad de estos tiempos virtuales. De estos momentos que se difuminan en horas, en segundos. Soy testigo de esas voces que se catapultan al estrellado o les lapidan (virtualmente) como en los tiempos donde te castigaban con pedradas reales – desgraciadamente, en algunos países todavía se castiga con estas penas. También me asombro de la construcción de cierta “moralidad” líquida en ese espacio. Hay vetos y castigos. Aunque, también he descubierto que existen muchos personajes fascinantes escondidos en esa maraña. Uno de ellos tiene por características el de soliviantar a las masas. Son muy perspicaces y están atentos a cualquier cosa que se mueva en el mundo. Ellos están allí. Puede ser a través de un vídeo, una frase suelta, el post de un pata que dijo tal o cual cosa sobre la situación de marras. Es un nuevo tipo de solidaridad virtual. Por ejemplo, en los incendios en la Amazonía o en el Amazonas (como dicen por aquí) brasileño emergían en los muros de FB post de solidaridad pidiendo que cesen esos incendios ¿cuál era su efecto?, ¿tuvo algún impacto esa protesta?, ¿son seres compasivos? Son personas que han traslado sus sueños, sus propias utopías a las redes y, sinceramente, no sé cuáles son realmente sus efectos, seguramente luego de atizar a propios y extraños dormirán mejor, sería la mejor recompensa. Con lo último que ha pasado en Perú con la vacancia presidencial, protestas ciudadanas, elección del nuevo presidente por el Congreso, estos atentos seres de las redes sociales lanzaban denuestos contra los adversarios y viceversa que se oponían a tal o cual medida, llamaban a la acción, a tomar las calles, aunque ellos seguían en el FB, desde muy lejos y sin moverse de la poltrona. Paradojas de estos magros tiempos.

 

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