Monólogo de un friki

Monólogo de un friki

Por Miguel DONAYRE PINEDO

Al borde de cumplir cinco décadas siento que no soy el mismo. Dentro de mí a ha cambiado algo pero no logro identificar que es ¿será el punto friki que todos tenemos dentro? Tengo una alopecia galopante que me visita, el cabello fue uno de mis primeros síntomas ¿serán cuestiones hereditarias? Miro a mi padre con la mata de cabellos sobre su cabeza y digo, sí, en parte. En la cama mientras dormía se depositaban a raudales los cabellos ¿se me está cayendo a mí? Mi cara se arrugó de solo pensarlo. Refunfuñé con asombro, mierda, no puede ser. Cojo una foto cuando era veinteañero, tenía melena en abundancia [lo digo con dejo melancólico] y un esmirriado, hoy las lorzas sobresalen por los costados, me río de mi mismo. Uy, como cambiamos pelona. Miro mis manos y siento que ha pasado mucho tiempo, ellas son el testigo del trabajo y ocio al mismo tiempo. Mi cuerpo comienza a mostrar signos de cansancio, al menos eso creo. Después de hacer deportes termina como si lo hubieran magullado. Pero si antes corría unos diez kilómetros y no me pasaba nada, pero hoy todo es diferente. Son como los viejos carros que pasan por un badén y les suena hasta el alma. Los años. Cuando era más joven era un tragaldabas, comía lo que me ponían en la mesa pero hoy debo ir con pies de barro, los triglicéridos pueden pasarte factura. A diario tomo una pastilla contra el colesterol malo. Me chequeo dela B12 porqué tengo bajones y me chequeo el PSA por la próstata, uffff los años pesan. Por eso me muevo con cuidado porque sino me visita en su vorágine la laberíntitis. No somos los mismos. Varios amigos han sido operados de la próstata [a pesar de algunos que son talibanes del Viagra], de la vesícula y de otros males que no detallo, obviamente, te pones a pensar de esas enfermedades ¿será el asomo de la vejez? Antes ni las mencionaba, hoy te enteras por el testimonio de tus propios patas. Por favor, el último que apague la luz.