ESCRIBE: Jaime A. Vásquez Valcárcel

Pilar Mazzetti ya era ministra de Salud antes que Víctor Zamora dejara el cargo entre aplausos de los trabajadores del Ministerio. Era una especie de Zar Anticovid en toda la pandemia. Y lo seguirá siendo. Su aparición más difundida la tuvo en Arequipa como jefa del Comando Nacional Covid19 cuando dijo que “No queremos escuchar quejas, todos estamos hasta el perno. Con lo que hay, tenemos que actuar. Debemos dejar las diferencias, si nos demoramos en actuar porque no nos entendemos, más personas van a morir. Aquí todos tenemos que trabajar, de lo contrario Arequipa va pagar el precio”. Eso lo dijo en abril y provocó la protesta no sólo del gobernador de Arequipa sino de todas las autoridades de Moquegua, Tacna, Cusco, Madre de Dios y Puno, integrantes de la Mancomunidad Regional Macro Región Sur del Perú. Ya sabemos lo que se vino en Arequipa.

Es curioso que la hoy ministra de Salud salga a revelar cifras que cuando dirigió el Comando Nacional Covid19 se empeñaba en maquillar o, mejor dicho, ocultar. En eso que en otros es transfuguismo en ella es tecnicismo. Porque tiene el record -ni siquiera superado por Pedro Cateriano- de haber servido a la Nación en gobiernos tan diferentes entre sí. Con Presidentes tan distintos, por decir lo menos. Juró como Ministra de Salud con Alejandro Toledo el 2004. Llegado por segunda vez a Palacio de Gobierno el 2006 el Presidente Alan García la mantuvo en el gabinete, pero en una cartera que no tiene que ver con medicamentos aunque sí con la salud pública: Interior. Siempre me ha movido la curiosidad de conocer cómo una funcionaria puede servir a un gobierno supuestamente corrupto y no percudirse de esa característica. Mazzetti parece uno de esos casos.

Puede ser que aquello que no me cabe en la cabeza, es decir aparecer como salvadora de un sistema de salud cuando es una de las funcionarias que tiene que ver con el sistema, sea un problema que como integrante de la Sociedad Peruana de Neurología, la ministra lo explique coherentemente bien. Porque, válgame, dar la cara por un gobierno que anuncia la meta de 5 mil camas UCI y luego las reduce a 3 mil no debe ser nada agradable para la neurociencia. Dar la cara ante el ocultamiento de cifras para a los pocos días también dar la cara por el sinceramiento de los datos tampoco debería ser agradable para la coherencia. Pero, claro, si se ha servido al país con presidentes tan disímiles como Toledo, Alan y Vizcarra, ya nada debe ser difícil. Mazzetti seguro con esa disposición para servir a la Nación está demostrando que hay presidentes malos y ministros buenos.