Un escueto comunicado sabatino de Sedaloreto informa que el domingo toda la ciudad de Iquitos será afectada “por cumplimiento de normas y trabajos programados”. Que esto será aprovechado por la empresa para “el lavado de las unidades de filtración en planta de tratamiento”. Es decir, quitarán el servicio en una ciudad que no tiene el servicio como se debe. Ya no es novedad que la empresa corte un servicio que está cortado. Suena irónico pero es la verdad. Existe, además, una entidad que ha sido creada para defender a los usuarios. Lo único que hace dicha entidad es recibir las quejas para no solucionarlas. Si para eso fue creada, mejor que desaparezca. Claro, se gasta en sueldos y alquiler de local más de 65 mil soles mensuales, como se evidenció hace algunos meses.
La calmada tarde del sábado es interrumpida en las redacciones y redes sociales –en estos tiempos es casi lo mismo- porque un corto circuito ha provocado un incendio en el distrito de San Juan. Ese corto circuito se produjo en una instalación hecha por Electro Oriente en la vía pública. Según los moradores del lugar, hace algunos meses un corto circuito solo provocó susto, pues llamaron a la empresa y acudieron a la zona dejando los cables mal instalados que, finalmente, provocaron el incendio. Incluso uno de los propietarios informó de esta anormalidad a la empresa y le contestaron que todo estaba bien.
Mientras tanto a los trabajadores de Sedaloreto, no les interesa mejorar el servicio sino cobrar “la deuda social”. A los dirigentes del sindicato no les interesa que se brinde un servicio eficiente sino que ellos gocen de la remuneración mensual que perciben. Sólo cuando los funcionarios intentan recortar esos beneficios buscan como orates las cabinas de radio y los set de televisión para “denunciar” los maltratos. No les interesa la ciudadanía. Son, digo, producto del sistema, consecuencia de una indiferencia colectiva donde prevalece el individualismo. Pienso que se han cansado de reclamar mejor servicio y hoy se limitan a exigir mejoras salariales. Los comprendo. Sin embargo, deberían ponerse del lado de los usuarios y romper las cadenas de la opresión centralista. Sabemos que la solución al problema del agua no es fácil. Pero también sabemos que los actuales funcionarios y trabajadores no están empeñados en iniciar un proceso que termine en el buen servicio.
Mientras tanto en Electro Oriente, la pugna interna continúa. Los que se fueron desean retornar para recuperar el espacio perdido ante la avalancha de los que vinieron. Antes un oriundo instaló un sistema de cubileteo que le benefició y los trabajadores, ay, se hicieron de la vista gorda. Hoy un foráneo ha mantenido el sistema con actores extraños y los trabajadores, nuevamente ay, se hacen de la vista gorda. Los sindicalistas de Electro Oriente son los más individualistas gremiales y eso, ya sabemos, es lo opuesto a cualquier pretensión comunitaria. La ciudadanía no forma parte de la agenda de los directores, todos ellos foráneos y el presidente del Directorio, además, ignorante en temas de energía. Los entiendo, sin duda. Pero no hay quien entienda ni atienda a la madre de familia que ha visto perder sus pertenencias por la negligencia de Electro Oriente. Esa negligencia no malogró equipos de sonido para la parrillada de fin de semana, no destrozó el televisor para ver el programa favorito. El incendio provocado por Electro Oriente eliminó todo lo que había dentro de la vivienda de una señora y ha dejado en la calle a toda su familia.
Si ambas situaciones no termina por conmovernos se entenderá que somos una ciudad –región- sin futuro. Cualquier sociedad reclamaba hasta que logre un servicio eficiente de agua y electricidad. En Iquitos, rodeada de ríos, nos quitan el agua todos los días y los trabajadores y funcionarios se burlan de nuestra pasividad. Nos quitan la energía y las malas instalaciones provocan incendios y catástrofes y los trabajadores nos hacen una mueca y los directores llegan cada cierto tiempo para sesionar y llevarse la dieta que FONAFE les entrega con nuestro dinero. Moriremos de sed, acabaremos perdiendo todas nuestras pertenencias si es que no decidimos obligar a las autoridades regionales a que nos defiendan del atropello, majadería e insensibilidad de quienes están encargados de las empresas aquí señaladas.