Los políticos y políticas o las personas que se dedican a las cuestiones legales o jurídicas juegan como arma arrojadiza con la palabra Estado de Derecho. Es un logo o metáfora con la que crecemos sensibilizados mientras estamos en las aulas de la Facultades de Derecho o en la palestra pública. El Estado de Derecho, concepto de gran influencia de Kelsen, es una situación ideal donde las instituciones funcionan respetando inquebrantablemente la ley ¿hay algún país que se pueda jactar de eso? En un lado y otro del charco (en el sur de Europa donde escribo estas líneas) no hay día que se escuche sobre lo calamitoso en que se encuentra el Estado de Derecho, y no solo lo dicen la oposición ultra o de izquierda, también lo usa la derecha cuando está en la oposición. Para mí sigue siendo un concepto incierto, ambiguo por el manoseo continuo que ha sido objeto. Ha sido jironado de un lado a otro que al final han vaciado su contenido. Han torcido sus santas intenciones. Leía a una activista que el Estado tal o cual por no cumplir un tratado o convenio ha lesionado seriamente el Estado de Derecho o que este se encuentra en estado muy grave. Aquí en España hasta hace poco los magistrados han sido promovidos en el cargo por los dos partidos (tradicionales), ellos y ellas se repartían la tarta de las designaciones, y curiosamente (¿será la cultura autoritaria de este país de largos años de dictadura?) nadie protestaba. Hasta ahora se quita y retira jueces con interpretaciones torticeras de parte de los partidos políticos en el poder. Las protestas se están escuchando recién por estos meses y los partidos aludidos se hacen la vista gorda con estos nombramientos a magistrados. Que irresponsables son. Esta situación cuestionada ¿era una afectación al Estado de Derecho? Curiosamente pasado un tiempo ese Estado de Derecho sigue funcionando ¿? Lo que hay que reflexionar, desde la práctica del día a día, que el uso indiscriminado de la definición Estado de Derecho en un concepto vacío, de recurso retórico y nada más. Hay que volver a repensarlo, rearmarlo así no se puede continuar. Es un falso amigo que no depara buenas virtudes.

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