LA SITIADA CIUDAD ACUÁTICA

En el año 2025, fecha que no está tan lejos como parece puesto que el tiempo vuela, en la sólida tierra habrá 2,500 millones de personas de sed, que no tendrán acceso al agua potable. El pronóstico no es de algún aguatero y su carreta repartidora, ni de un carnavalero que desperdicia el agua como si nada. Es de las serias y estudiosas Naciones Unidas. Lo cual nos hace sospechar que nosotros, los hombres y mujeres actuales, andamos mal, andamos en perfecta palta con esas celebraciones rimbombantes sobre el líquido elemento, esos famosos días mundiales del agua. A la hora de los loros, la hora de la verdad de la milanesa, el problema se habrá complicado y aparecerán enfermedades debido al uso de aguas contaminadas. Es decir, la cosa será peor para los venideros.

Consideramos que se debe replantear, renovar o modificar esa jornada acuática. No puede seguir siendo una vez al año. No puede seguir siendo algo parecido a un saludo a la bandera, mientras el problema del agua se agudiza. La guerra del agua comenzó hace siglos, en realidad. El probable enfrentamiento fluvial del futuro será solo otra estación de ese belicismo que por lo general pasa desapercibido.

En esta ciudad destartalada por sus cuatro costados, como es hoy en día Iquitos, el agua es uno de sus mayores desgracias. En realidad, está sitiada como si se tratara de una guerra sin cuartel y sin servicio potable. El lago Morona es su principal asedio constante, su cloaca en sus narices, su peligro dramático. Y en el Día Mundial del Agua no se toca el tema. El otro asedio es el agua destruida, siendo el lago Shansho cocha el  último hecho de esa naturaleza bestial. El tercer asedio es la creciente de todos los años. El cuarto asedio es el corte de agua potable. Con esos penosos antecedentes fluviales, no podemos seguir celebrando así el Día Mundial del Agua, como si se tratara de una broma.