Ahora solo abre sus puertas por unas horas
Ahora solo abre sus puertas por unas horas

 

Escribe: Percy Vílchez Vela

En esta ciudad del ufano comerciante y del avezado mercachifle, un hombre como el marqués Mario Vargas Llosa tendría que renunciar a la escribanía, a armar complejas novelas. Tendría que   dedicarse a vender papas, a cazar insectos o a jugar el descansado deporte de la timba. No debido al insufrible clima o al peor ruido, sino porque en este   momento carecemos de biblioteca. Y el flamante premio Nobel de Literatura escribió algo de su vasta obra en esos recintos sagrados, en las sedes de libros de varios lugares de la tierra.

La clausurada puerta de la Biblioteca Amazónica, en las mañanas de tantos días, es espectáculo habitual desde hace tiempo en esta ciudad. Antes, hace poco, dicho recinto atendía desde temprano y uno podía invertir sus horas entre los libros de sus estantes. La puerta se cerró de repente y no hay llave ni gestión que pueda abrir ese local. Ello es la peor señal de la seria crisis por la que atraviesa la sede del  libro en esta ciudad. Porque ese ámbito es la más importante biblioteca que se edificó en un lugar iletrado y que sigue ocupando el último lugar a nivel nacional en comprensión de lectura.

 Biblioteca Pública Municipal
Biblioteca Pública Municipal

La Biblioteca Amazónica, atendiendo como una burla a la lectura, es la mejor prueba de que nada se hace en serio para convertir al libro en personaje de estos tiempos. La disculpa de que no hay dinero para contratar más personal para atender más horas, es una ofensa. Porque, por ejemplo, todos los febreros de todos los años se gasta una fortuna para celebrar las diversiones del monarca Momo. Se gasta plata oficial, también, para celebrar fiestas cada fin de semana. Lo  que sucede es lo de siempre; la abulia, la pereza, el desinterés crónico por la cultura, por el libro.

El barbudo y mitómano Leopoldo Charpentier, ese burlador inocente del poder, imaginó la primera biblioteca en la ciudad, pero no tuvo la idea de dotarle de un lugar propio. Esa biblioteca funcionaba en un ambiente del Palacio Municipal. Era un lugar atravesado  por los ruidos de la calle Napo y había que esforzarse para leer. Ese error partió luego hacia el Parque Zonal donde hay más trabajadores que lectores.  De las otras bibliotecas que en su momento prometían, mejor no hablemos.

 Lectores en ambientes no adecuados
Lectores en ambientes no adecuados

En el mundo del presente, donde el conocimiento es un valor fundamental de cualquier cultura, la biblioteca es el lugar central. Es la sede material y espiritual que en otras partes de esta tierra se ha modernizado tanto que se ha convertido, además, en un centro cultural, donde las actividades artísticas se realizan todos los días. Entonces, tener una buena biblioteca no es una elección. Es una exigencia. Y esa exigencia está ausente en esta ciudad, Nadie, ni los colectivos cívicos, ni los partidos políticos, ni los colegios profesionales, ni las organizaciones de bien,  dicen nada en contra de la ruina evidente de la biblioteca.

Entonces, estamos ante la llamada del abismo.  Asistimos a la ruina de la biblioteca en el último lugar en lectura. No sabemos leer y no nos interesa tener una buena biblioteca. ¿Preferimos entonces el último lugar en lectura como una muestra torcida del orgullo amazónico?

 

1 COMENTARIO

  1. este articulo esta mal traducido. no dice nada y no se entiende nada. traten de corregir este mamarracho.

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