Iquitos macondiano

Moisés Panduro Coral

Esta es una ciudad tropical, aunque la verdad es que de tropical solo conserva el calor, las lluvias con sol y ese hablar sabroso de su gente que hace de cada frase pronunciada una canción expandida al infinito. En el reino de la floresta, esta es una ciudad desértica, casi sin árboles, raleado follaje, poca sombra, ningún fruto. En el centro de la biodiversidad mundial, escuchar el trinar de las aves es un lujo que solo se pueden dar los que ostentan granjas nominadas con números naturales o los que visitan chacras abandonadas pero empachadas de jugosísimos créditos agrarios que después se esfumaron como una flatulencia digestiva de hedores tártaros que herirán las papilas nasales de la decencia por varios decenios.

Esta es una ciudad cuyo origen, al igual que su futuro, aún se mantiene en el misterio, inserta como un bordado desigual de puntos y cruces en medio de una inmensa alfombra de verdor sin fin, o como dice el viajero: una gota de champagne cayendo coqueto en el centro de un barril lleno de cerveza. Una ciudad a la que se le dijo que con unos cuatrocientos millones se le iban a limpiar sus tripas y procesar sus excrementos para no contaminar los ríos que le circundan, y que al final se amenaza dejarla con sus tripas expuestas, segmentadas y urgidas de otras tripas para poder funcionar orgánicamente. Una ciudad a la que por otros cien millones se le vendió el cuento de un tren cruzando en pilotes de concreto las aguas inundadas y, lo que es peor, sin ninguna estación a la vista, excepto el terminal de cinco mil millones que se necesita para que llegue aunque sea en el papel a su destino incierto. A la inversa del Macondo gabiano en la que el tren llega a una estación sin ciudad, el tren de esta ciudad no tiene estación.

Esta es una ciudad en la que todo este aquelarre de tripas desparramadas, de trenes macondianos, de hedores tártaros, de avíos espantosos, de granjas y chacras con devengados incógnitos y de riadas dislocadas, pretende subsumirse en un colofón infamante de expedientes que nunca se inician y nunca se terminan. Pareciera que esos dos palacios que ocupan sendas plazas que llevan denominaciones patrias (una nos recuerda la independencia nacional y la otra el heroísmo loretano en toda su excelsitud) tendrían la misión de fabricar silencios de olvido, de toser afonías incurables, de dibujar elipsis en la bóveda cada vez más oscura de los negocios de la política. En esta ciudad existe la sensación que entre el edificio antiguo de la plaza 28 de Julio y el edificio moderno de la plaza Sargento Lores se ha colocado un barraje que desvía toda denuncia ciudadana sobre corrupción en el gobierno regional al pozo del extravío.

Ésta ciudad no es Macondo, pero debe entenderse de manera macondiana. Cómo se explica que un alcalde indígena que construyó una losa deportiva a un precio estándar, allá en la lejanía de los ríos, se encuentre con orden de captura, mientras que los que construyeron unas canchitas de casi un millón de soles cada una aquí en las cercanías de la séptima maravilla natural del mundo, se paseen mofletudos por las calles destruidas de la ciudad, enjuagados de polvo y paja, libres de sellos y notificaciones judiciales. Cómo se interpreta que ese mismo alcalde que construyó unas pistas peatonales en la ruralidad de su espacio, enmarcado quizás en las nociones básicas de lo que es la gestión pública, se encuentre a salto de mata, clandestino, perseguido por resoluciones; mientras que aquí en esta ciudad que hasta hace poco se preciaba de ser la metrópoli de la amazonía, los autores de estafas en decenas kilómetros de tuberías y de pavimentos de arenilla (Kamisato, dixit) pasen como castos, virginales, íntegros, cristalinos y pulcros hombres de bien andando presuntuosos en sus camionetas cuatro por cuatro de lunas polarizadas. ¡No jodan!. Discúlpenme la expresión, pero ya está bueno.

Ésta es tal vez la única ciudad en el mundo en la que las campañas electorales se inician con tres años de anticipación. Nadie los ha elegido aún, de acuerdo a ley, pero allí están los autoproclamados candidatos con propaganda agobiante, donativos de procedencia umbría, poses teatreras, impostaciones de voz, caridades de tramoya, apadrinamientos, trago, farra, y, por supuesto, mucha mermelada que sale de las entidades públicas, municipalidades y gobiernos regionales o del secuestro ulterior de sus presupuestos. En el país de Obama, la democracia representativa más antigua del mundo, las elecciones se inician faltando seis meses para las elecciones, pero aquí no. Aquí, en esta ciudad, la rapacidad presupuestívora hace que las campañas electorales arranquen precozmente, tan precozmente que la propaganda para “vender” al candidato incluye la publicación de encuestas previamente negociadas con porcentajes de intención de voto que dependen de cuánto, qué y cómo ha sido el aporte del beneficiario de esa supuesta intención. Esas encuestas se publican en la forma de aviso pagado directamente o a través de tercerías, y se comentan en radio y televisión en tono serio y formal, de tal manera que no se dude de su quimérica “veracidad”. ¡Y eso es lo que le gusta a la gente!.

Pero no soy pesimista. Tengo la esperanza de que en algún momento, algo de la triste realidad de esta mi macondiana ciudad y de mi región, cambiará. No importa cuánto tiempo nos tome porque sé que apenas soy una brizna que intenta incendiar con una pequeña chispa la pradera del conformismo, para acabar con esta espuria historia de politiqueros que ha sumido a nuestro pueblo en el atraso que se pretende perpetuar.

 

 

4 COMENTARIOS

  1. JAJAJAJAA Y MAS JAJAJAJA, Macondo el Jimenez, Salto el Lobo, se esprime un poquito y salta la pus. Loreto,Jimenez… tiene las autoridades que se merece, especialmente en el GOREL. eS SABIO??? JAJAJAJAJA

  2. Exelente imajinacion literaria Moises para escanear y reflejar la realidad loretana;los procesos sociales por lo que atraviesa nuestra región es parte de una crisis de valores,culturales y actitudinales.No tenemos gente con una elevadada condición moral y ética para asumir responsablidadades.Hay que invertir en la educacíon,no ha habido y no lo hay pais en el mundo que haya salido del subdesarrollo sino haya invertido en educaíon.Hasta cuando entenderan nuetras autoridades.Una pena hoy que se tiene que dar contrataos a maestros que sacaron hasta 8.Esa es nuestra realidad.

  3. Ya somos dos… y de seguro hay muchas personas en el anonimato, creo que la mayoria de la poblacion de la region Loreto es decente… ademas la esperanza es lo ultimo que se pierde…

  4. Al leer a «Macondo» Panduro, uno tiene dos sensaciones, o te provoca arcadas o una gran indignación; acaso el macondismo en el Perú, no se inicia con la primera gestión desastrosa del jovenzuelo Alan García, que de acuerdo a los analistas políticos-económicos, nos hizo retroceder 30 años en desarrollo y nos convirtió en país paria?, qué hizo Alan García, en 10 años de gestión por la región más abondanada y excluida del Perú?, no es ser parte del macondismo, cuando te quedastes cerca de un año como gobernador de una gestión que no te pertenecía?. Criticas a los precandidatos, cuando tu estás en permanente campaña, ya has postulado a cuanta elección hubo y nunca ganastes, el pueblo no es macondo, el pueblo es sabio, nunca elegirá a un candidato flatulento…

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