Por  Bill Jarama Chávez

Después de habernos “soplado” con unos amigos varias botellas de vodka, violando –como casi todos los peruanos- esa estúpida ley seca; me levanté asustado, casi a la una de la tarde del domingo pensando que se me había pasado la hora de votación. Cumpliendo mi deber de ciudadano, pero todavía con “el guayabo”, acudí a mi centro de votación en compañía de Thiago, el mayor de mis hijos, con la información “casi clandestina” que el día anterior las encuestadoras manejaban: los fujimoristas o keikistas –es igual-  deberían resignarse a la derrota. Conforme pasaban los minutos esperé, bebiendo bastante agua helada frente al televisor, los resultados a “boca de urna”, estos confirmaban lo que las encuestadoras hasta el viernes trataron de ocultar, salvo una de ellas.

Luego de varias horas aparecieron en todas las televisoras, los resultados del conteo rápido, la tendencia no se alteraba. Mi hijo en esos momentos me preguntó: ¿papito, quién ganó? Le respondí que Ollanta Humala, y junto a su hermana Montserrat se pusieron a gritar, sin saber porque, ¡Ollanta presidente! En casa todos reímos por la ocurrencia, sin presagiar lo que se iba a venir luego. La gran mayoría de periodistas y conductores de los canales  que daban cobertura a estas elecciones aparecían con rostros fúnebres, sonrisitas nerviosas, comentarios agrios, es decir, se resistían a creer que la mayoría de peruanos, sobre todo, de las regiones se pronunciaron en las urnas contra uno de los regímenes más corruptos que tuvo el Perú. Llamaron a la calma, a esperar los resultados oficiales, a paso de tortuga, de la ONPE. Cuando la presidenta de esta institución lanzó las primeras cifras, casi estaban empatados, estos mismos periodistas se aferraban a un milagrito o a una ayudadita, esas que Montesinos, el asesor de papi, solía darles. Mantengamos la calma decían.

En la tienda de campaña del comandante sus más cercanos colaboradores mantenían la calma, la victoria estaba asegurada. Mientras que la hijita de papá y sus seguidores pensaban que las predicciones “montesinistas” de sus videntes farsantes, incluido un brasilero, se iban a ser realidad. Esa parte de la campaña merece otro artículo, me hizo recordar mucho a la virgen que lloraba, el cólera y a los psicosociales creados por el asesor de los noventa.

Los perdedores de la primera vuelta –PPK, Luchito, Mechita, etc.- pedían a los peruanos tener cautela, estar vigilantes ante cualquier amenaza a la democracia, y muchas cojudeces más. Conforme avanzaba las horas se generaba una tensa calma, los medios exigían el pronunciamiento del supuesto ganador. Al no tener eco sus pedidos, comenzaron los calificativos: dubitativo, no tiene qué decir, en realidad querían que hiciera el ridículo. En buena hora los seguidores de Ollanta, hasta el mismo candidato, no cayeron en la provocación. Hasta que casi al final de la noche, ya con muchas más actas  contabilizadas y con una ventaja considerable, el virtual Presidente salió a dar sus primeras impresiones. Agradeció a los peruanos por confiar en él y sobre todo resaltó que su gobierno será de concertación y cumplirá con sus promesas de campaña: crecimiento económico con inclusión social, mejorar el actual modelo económico, seguir con las políticas económicas que garanticen las inversiones privadas pero haciendo respetar –sin intervencionismo- que no pisoteen los derechos laborales ni el medio ambiente, ¿Es tan difícil hacerlas cumplir? Con la celebración de los humalistas, en la Plaza Dos de Mayo, me quedé dormido pensando en un Perú diferente.

Continuará.

4 COMENTARIOS

  1. osea huasca y con resaca fuiste a votar x el comandante? y si hubieras estado sobrio???? jajajjajajajja buena bil

  2. Buena Bill.
    Los que votamos por Ollanta lo hicimos primero, por una cuestion de dignidad y memoria y tambien por una cuestion de principios. Jamas podíamos votar por una opcion que tuvo un pasado nefasto asi como tambien estamos convencidos de que la situación actual debe cambiar.
    Estamos en esa linea.
    Recibe un saludo afectuoso
    No sé si te acordarás de mi, tu estuviste en la facultad de Administracion y yo en Economia junto con Guido Arevalo, allá por los inicios de los 90.

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